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PRACTICAR LA GUITARRA, UNA FORMA DE MEDITAR?
En ocasiones surge el tema de conversación con los amigos, con los alumnos, y también con más de un espectador después de un concierto. Todos coincidimos en lo mismo: la práctica de la guitarra, o de cualquier instrumento en realidad, es una forma de meditar.
La concentración necesaria para la ejecución musical exige estar inmerso en el momento presente siempre que se practique con sentimiento. Otro aspecto bien distinto es tocar de modo autómata, como si repitiéramos un ejercicio. Aun así, también puede tener un efecto similar a la meditación. Y a modo de pequeña explicación en la que nos vamos a salir de lo intrínsicamente musical, es conveniente matizar que el objetivo principal de la meditación es controlar la propia atención.
Y por qué considero importante relacionar la meditación con la guitarra? Muy sencillo: En la sociedad moderna estamos acostumbrados a tener la mente extremadamente distraída, tenemos mucha información, mucho bombardeo visual, pasamos de un concepto a otro desviando la atención de algo visto hace un segundo hacia otro totalmente diferente, todo ello simplemente con el movimiento de un dedo, las tecnologías avanzan tan rápido que hay que estar permanentemente actualizado, y ello exige una dedicación que cada vez nos aleja más de nuestro verdadero presente y de nuestra atención real, al fomentar la distracción. Nos cuesta cada vez más el enfocarnos en algo porque estamos constantemente distrayendo la atención entre estímulo y estímulo (casi siempre efímero), y generando con todo ello una especie de tormenta mental constante que se nos traslada a todos los ámbitos de la vida ¿Cierto, o no?
Sin embargo, el hecho de tener que estar centrados en tocar la guitarra, necesariamente nos exige sumergir nuestra atención en las posiciones de manos, en la colocación de los dedos, y en abrir los senderos que van desde la mente a las manos pasando por el corazón.
Cuando somos público, en cierto modo sucede lo mismo. Vamos a un concierto (me refiero a los que tienen un mínimo de calidad) y todo lo que sucede en un escenario nos centra la atención tanto, que acabamos viviendo la música que se interpreta de tal modo que necesitamos estar centrados, nos transporta a su propio mundo y acabamos como hipnotizados. Con el cine sucede un poco lo mismo también. ¿Nunca te ha dado la sensación que el tramo de salida de un concierto o de un cine es como una pasarela que, a medida vas andando hacia fuera, vas regresando a la propia vida, como si los pensamientos estuvieran esperando a la puerta?
En los cursos de meditación y mindfulness se trabaja el entrenamiento de la atención pero en nuestro caso tenemos al gran profesor abrazándolo: La Guitarra. Ella nos exige toda la atención, conectar bien nuestras neuronas, y sobre todo una excelente coordinación mental y corporal.
Mi queridísimo amigo Juan, amigo desde la adolescencia, médico neurocirujano y guitarrista flamenco también, me incide mucho desde hace tiempo en los aspectos beneficiosos de la práctica de la guitarra para la mente. Estoy rodeado de un buen equipo, todo hay que decirlo. No solo tengo cerca de un neurocirujano, también una neuróloga de prestigio que ocupa parte importante en mi entorno. Su opinión es muy valiosa para mi. Por ello he decidido escribir este artículo, después de sus comentarios e informaciones recabadas en bibliografía centrada en el tema.
Independientemente de la atención que os exige la guitarra, ¿nunca te ha sucedido que te has transportado a otros tiempos, a vivencias anteriores, o igual te ha proporcionado un placer inédito en un momento dado?
En el momento hemos automatizado las posiciones físicas (cuerpo, espalda, piernas, brazos, manos, y dedos), técnicas (mecanismos, arpegios, alzapúas, rasgueos, escalas, etc) y mentales (tempo, dinámica, ejecución, pasajes, etc), llegamos al punto en el que “nos sobra” espacio en la mente para sentir, para trasladarnos y para disfrutar. Si mantenemos el punto óptimo de equilibrio entre todo ello, llega lo que en meditación se denomina el Nirvana que no es más que un estado de liberación donde no hay preocupaciones. Y ahí está precisamente “el punto G” de la Guitarra –nunca mejor dicho-, que es cuando estamos tocando y conseguimos evadirnos del mundo, de nuestras preocupaciones, y de todo lo que nos rodea, para disfrutar única y exclusivamente de nuestra guitarra y de lo que estemos tocando, sea lo que sea, no importa. Lo importante es esa conexión cósmica entre instrumento e instrumentista que lleva a lo que en el argot del Flamenco se denomina “Duende”.
No importa el nivel que tengamos, ni lo que toquemos, tan solo importa aprender a reconocer, darle la bienvenida a ese estado y poder disfrutarlo. Es mágico. Y puede suceder en cualquier momento, hasta inclusive en la fase de aprendizaje. Pero no nos equivoquemos, esto es como el sexo, no estamos hablando del orgasmo sino de todo el ritual. Si la atención es lo más plena posible, desde el momento en el que abrazamos la guitarra ya se está dando en mayor o menor medida el fenómeno. Físicamente, para poder tocar, antes necesitamos sacar la guitarra del estuche, tener una silla preparada y espacio para practicar. Eso ya nos exige una mínima concentración que nos exigirá empezar a dejar de lado los pensamientos para podernos centrar. Por eso les digo a mis alumnos que paralelamente al proceso de aprendizaje debe ir el proceso de disfrute. Hay que mirar hacia arriba solamente para tener la humildad necesaria que nos permita seguir aprendiendo. Pero mientras se aprende hay que saber disfrutarlo también.
Los guitarristas flamencos no acostumbramos a tener la música en partitura, sino en nuestra mente. De modo innato hemos desarrollado un sistema neuronal propio donde se almacena todo nuestro bagaje musical, así como los infinitos micro procesos de órdenes eléctricas (si, las neuronas se comunican por impulsos eléctricos) que permiten ejecutar finalmente los sonidos de nuestra guitarra. Esas órdenes parten del cerebro y se transmiten desde la espalda, brazos y manos hasta el más mínimo trozo de piel de cada dedo. La memoria muscular, residente en las manos se encarga de ejecutar los movimientos de los dedos con precisión quirúrgica. Es todo una genial obra de ingeniería. Y lo hacemos sin darnos cuenta apenas.
Voy a poner un ejemplo muy didáctico, pero antes lo voy a contextualizar. De joven un día fui a dar clase. Tenía muchas ganas de aprender. Pero mi maestro ese día estaba desganado. Aprendí una falseta de Malagueña y la verdad, me supo a poco, yo quería más material para trabajar en casa. Me fui un poco triste de clase. De esto hace ya más de cuarenta años. Cada vez que tengo que acompañar a un cantaor por Malagueñas toco esa falseta, y sin decidirlo, la suelo tocar con un sentimiento extra de tristeza primero, y rabia después. Siempre me jalean cuando la hago. La música de esa variación en concreto no es nada del otro mundo, pero cada vez que la interpreto saco fuera el sentimiento que desde entonces me acompaña con esa falseta, casi cincuenta años que esa música “vive en mi” y adherida a ella van aquellos sentimientos que salen a flote cada vez que la toco. ¿Y por qué sucede esto?
Cuando se aprende una música, las neuronas llamémosle “del recuerdo” no solo generan un “archivo” donde se graban las notas, las órdenes de ejecución y los sonidos, sino también las emociones del momento, el contexto vital y hasta el más mínimo detalle imperceptible a primera vista. Cuando con el paso del tiempo se toca esa música, le llega al guitarrista todo el “pack” completo: no solo ejecuta las notas, sino que también se transporta al momento de aprendizaje, con todas las connotaciones de por aquel entonces (emociones, olores, etc). Y ahora que hablo de olores, ¿quién no ha asociado alguna vez un olor con una situación, con una persona, o con un recuerdo? Es exactamente el mismo ejemplo. Por ello aseguro que en el paquete de información de una música va mucho más que las propias notas.
¿Y por qué hablamos de esto si estamos hablando de guitarra y meditación? La meditación no es más que una herramienta para entrenar nuestra atención, que es lo que necesitamos para tocar la guitarra, mucha atención, mucha concentración y mucha relajación a la vez. Las notas, dicho de modo metafórico, surgen del Universo y nosotros las cazamos para hacerlas sonar, pero en realidad surgen de nuestra mente, de nuestras neuronas. Y muchas veces los recuerdos y emociones adheridos a ellas son los encargados luego de impregnar los sonidos de sentimiento.
Dedicado a Juan, mi Pepito Grillo particular, amigo del alma a quien le debo la vida, con quien compartí desde bien joven la emoción del descubrimiento del Flamenco, de la Guitarra y de la devoción por Paco de Lucía. También para Anna, que camina por la vida de puntillas, pero que es capaz de acabar la Sagrada Familia en una tarde ella sola.
Pero ahora hablemos de ti. Venga, deja el móvil, las RRSS, apaga la radio esa de la mente y contéstate…
¿Has disfrutado en ocasiones practicando la guitarra?
¿Te han asaltado recuerdos cuando tocabas alguna vieja canción?
¿Qué personas han llegado a tu mente mientras ejecutabas ciertas falsetas?
Cuándo abrazas la guitarra y comienzan los sonidos a brotar, ¿Te evades?
¿Se para el mundo cuando tocas la guitarra?
Estoy seguro que estamos muy de acuerdo en muchas cosas :-)
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DIFERENTES TIPOS DE GUITARRA
Cuando escuchamos hablar de guitarra, a cada uno nos lleva la mente a un tipo diferente de guitarra en función de la propia cultura musical. Para un norteamericano o inglés, lo más usual sería que pensara en una eléctrica; un centroeuropeo puede que se debata entre una eléctrica, acústica o clásica; pero para la mayoría de españoles creo que la imagen será la de una guitarra clásica lo más probable o, tal vez en menor medida, una guitarra flamenca.
Voy a hacer una exposición de los diferentes tipos de guitarra en función de su construcción y sus características, así como una breve explicación acerca de cada clase de instrumento. Parto del concepto del tipo de sonido, generado por pulsación como las guitarras españolas (clásica y flamenca), así como por las acústicas, y por otro lado las eléctricas, que fundamentan el sonido en una transmisión de la vibración captada por sus traductores de sonido a una señal eléctrica. Y ya que estamos en los albores de la era de los vehículos eléctricos, también hablaremos de sistemas “híbridos” para nuestro instrumento.
CUANDO EL SONIDO ES PRODUCIDO POR LA CAJA DE RESONANCIA
A modo de explicación muy rudimentaria, y para que todo el mundo lo comprenda, voy a tratar de contar como se produce la magia en una guitarra:
El camino del sonido comienza en la pulsación de la cuerda. La vibración es captada por un hueso ajustado en el puente (es la pieza donde se anudan las cuerdas en medio de la tapa). Esa vibración pasa a la parte interior de la tapa (la parte frontal de la guitara, esa que tiene una boca redonda en medio), donde hay unas barras finas y alargadas que distribuyen esa vibración por toda la caja de resonancia y la transforman en sonido, que acaba finalmente expulsado por la boca del instrumento (ese hueco redondo que hay en el centro) ¡Toda una obra de artesanal ingeniería!
Como he comentado antes, hay tres tipos de guitarra básicamente en este apartado: La clásica, la flamenca, y la acústica. Vamos a por ellas, no sin antes recordar que los aros son la parte lateral, esa donde se suele apoyar el brazo al tocar, que rodea toda la guitara. El fondo es la parte de atrás, la que queda pegada al cuerpo del instrumentista. La tapa es la parte frontal
Guitarra clásica
Construida con maderas de palo santo en sus aros y el fondo, y cedro o pino en la tapa. La principal característica es la de una sonoridad muy profunda, con un cuerpo de sonido potente, producido sobre todo por la altura del puente. Es fácil reconocer una guitarra clásica, al observar que los aros son de color marrón oscuro (palo santo), aunque no todas las que tienen este color en sus aros son clásicas. Luego lo explicaré.
Guitarra flamenca
Originalmente, se concibió la guitarra flamenca para emitir un sonido inmediato, sin que durara demasiado en la caja de resonancia, para que fuera expulsado del instrumento rápidamente y así pudiera estar lo más sincronizado con el baile y el cante flamenco. Por ese motivo se construye con los aros y el fondo con madera de ciprés, que posee precisamente esas características sonoras. Y para añadir más efecto espejo en el sonido, la tapa era de pino abeto. En la construcción se tenía en cuenta que los aros fueran más bien estrechos, precisamente para evitar que el sonido se adentrara demasiado en la caja y poderlo expulsar más fácilmente. A nivel pulsación, se bajó bastante la altura del encordado para que la pulsación fuera más precisa, propiciando una mayor soltura al guitarrista para poder interpretar cualquier técnica más cómodamente. Otra obra de ingeniería adaptada a las circunstancias.
Y precisamente por todo ello, se puede distinguir enseguida una guitarra flamenca de una clásica por los aros. Si son claros, normalmente del mismo tono que la tapa, son guitarras flamencas.
Resumiendo, las principales diferencias entre una guitarra clásica y una flamenca podríamos resumirlas en:
Ahora bien, hay que matizar algún detalle con respecto a las guitarras flamencas, ya que su uso ha ido evolucionando. La guitarra flamenca original (denominada popularmente como “petenera”) ya nada tiene que ver con la actual. El guitarrista flamenco ya no se limita a cuatro acordes y rasgueos como hace cien años. Hoy en día es un señor concertista, y sus necesidades son mucho más pretenciosas, llevando a los constructores a un grado de superación para crear instrumentos más sofisticados. Los aros son más anchos, se ha incorporado el palo santo en muchas ocasiones (palo santo y otras maderas oscuras), así como el cedro también forma parte de las opciones para la tapa, se ha construido en diferentes medidas de diapasón, y se buscan nuevos armónicos. Todo ello ha llevado a un punto de calidad tremendo, en comparación con las originales “peteneras”.
Guitarra acústica
El objetivo primordial de este instrumento suele ser el de acompañamiento a la voz, lo que ha llevado a crear una guitarra con un diapasón (la pieza donde se colocan los dedos para crear acordes) más estrecho, así como la incorporación de cuerdas metálicas (en las españolas son de nailon), el pulsado por medio de púa, y sobre todo lo que más llama la atención es su caja de resonancia, más grande en su parte más ancha. En este instrumento la prioridad no es interpretar canciones sino más bien acompañarlas. Como podemos comprobar, es otra obra de ingenio. Todo se racionaliza en función del objetivo. A nivel sonoro, la principal característica es su sonido en frecuencias medias y agudas, proporcionado sobre todo por las cuerdas metálicas.
Guitarra eléctrica
Realmente merece capítulo aparte, pero englobado dentro de los tipos de guitarra. La eléctrica es sin duda, la más extendida por el planeta. Es fácilmente reconocible por cualquiera. Se toca estando de pie, al contrario que sucede con las españolas (nosotros siempre cómodos, sentados). Su construcción es muy diferente, pero similar a la vez a las acústicas. Su fundamento es el mismo, salvo en la forma de extraer el sonido. No tiene caja de resonancia. Las vibraciones del encordado se producen en unos transmisores (o “pastillas”) desde donde sale una señal que, conectada al amplificador por un cable, se traduce en sonido. Aquí entra ya en juego todo un mundo de efectos y aparatos, secuenciadores, pedales, pedaleras, etc., para lograr el tipo de sonido deseado. La caja de resonancia pasa a ser una pieza maciza donde se insertan las pastillas, puentes, embellecedores y conexiones. Otro rasgo diferenciador es el clavijero, donde las cuerdas están en la parte superior de la cabeza.
Por lo común, una guitarra eléctrica es mucho más cómoda que una flamenca. Sus cuerdas están muy juntas, el mástil es más estrecho, lo que permite una mayor facilidad para la mano izquierda, y sobre todo, el sonido... Con pulsar mínimamente se puede extraer muchos decibelios ¡Y sin acoplar!
Y ahora las “híbridas”, o electrificadas.
Una guitarra española, clásica o flamenca, así como la acústica, necesitan un medio para ser amplificadas. El sistema más común siempre ha sido el micrófono. Pero tiene un gran inconveniente: la retroalimentación (o feed back, o acople). Para solucionar este problema existe una serie de sistemas que permiten trasmitir las vibraciones a un sistema que las amplifica, evitando la retro alimentación. Suele consistir en una pieza que se coloca por el puente (ya sabemos, donde se anudan las cuerdas en la tapa) y que por medio de un cable se envía al sistema de amplificación. No voy a profundizar en marcas ni tipos de sistemas. Más bien la referencia es al sistema. La gran ventaja es que no acoplan, lo que permite un mayor volumen, teniendo por contra la peor calidad de sonido, ya que no capta fielmente los matices propios de una guitarra, proporcionando en muchas ocasiones una percepción más nasal, muy mediosa, y un sonido más artificial. No obstante, es un recurso a considerar cuando se toca con otros instrumentos de alta potencia como la percusión, metales, o instrumentos de línea.
Otros instrumentos similares.
Aquí podríamos reseñar la guitarra barroca, la renacentista, la romántica, la de 8, 10 ó 12 cuerdas, el requinto, el guitarrón, la guitarra baja, el bajo eléctrico, el sitar, etcétera. No obstante, englobo todos éstos capítulo aparte al no ser una guitarra intrínsecamente.
Considero el tema de la construcción de guitarras como algo muy apasionante. He estado años colaborando con constructores en control final de calidad y puedo asegurar que es altamente instructivo, así como muy aleccionador en muchos sentidos. Lo recomiendo encarecidamente para cualquier guitarrista. En la mayoría de casos, la guitarra es una perfecta desconocida para el instrumentista y no saber lo que se tiene entre manos es nefasto para conseguir tu propio sonido y sobre todo para una perfecta simbiosis con tu instrumento. Llegado el momento, surge la necesidad de buscar esa guitarra que esté al nivel de la propia técnica, del propio modo de expresión, y necesitamos una prolongación nuestra. Conocer todos los aspectos de la construcción de una guitarra es fundamental para ello. Nuestros conocimientos necesitan un medio adecuado para ser expresados, y vamos evolucionando. Del mismo modo, vamos muchas veces cambiando de guitarra precisamente por ello.
Como cualquier guitarrista profesional, tengo mi propia colección de guitarras. Cada una marca la época que compartí con ella. Es más, me atrevería a decir que las canciones compuestas e interpretadas en cada momento donde mejor suenan es en la guitarra que tocaba entonces. Pero la vida es un rio que discurre, y en su curso fluyen las canciones, las personas, el conocimiento, los sentimientos, las vivencias, y todo ello queda grabado en el alma de cada guitarra. Por eso digo que cada una tiene personalidad propia. Ahora tengo mucho más conocimiento que cuando empecé hace ya casi 50 años, mi guitarra pide a gritos una renovación y toca nueva etapa, nueva guitarra. Obviamente, tengo muy claro lo que quiero de una guitarra hoy en día, pero me da mucha pereza buscarla, ya aparecerá, y si no aparece, bien a gusto que estoy con la que ahora toco. Es fácil darse cuenta de las reflexiones morales que anteceden a la adquisición de una guitarra porque, a fin de cuentas, la verdadera guitarra está en uno mismo. Nunca lo dudéis.
Y ahora viene cuando te pregunto... Tu guitarra ¿cómo llegó a ti?, ¿por qué la elegiste?, ¿sigues a gusto con ella?, ¿necesitas más?, ¿es el tipo de guitarra que necesitas?, ¿echas algo en falta?, ¿te da felicidad?...
Si te das cuenta, verás cómo las respuestas en muchos casos no tienen que ver con la guitarra sino contigo mismo. Esa es la clave.
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LAS UÑAS
Uno de los mayores focos de problemas para los guitarristas son las uñas. Muchos lectores del blog me habéis escrito sugiriendo que haga un artículo sobre ello. Sin dudarlo, es el gran problema de la inmensa mayoría de guitarristas, flamencos o no. Por las particularidades propias de la ejecución de la música flamenca, el cuidado de las uñas se convierte en una constante muy a tener en cuenta siempre. Un correcto limado, una adecuada ejecución de las técnicas (sobre todo las del rasgueo), una buena alimentación, un constante cuidado y el conocimiento de los productos que hay en el mercado son fundamentales para su buena salud. Ahora bien, tampoco hay que obsesionarse.
Partamos de la base: la naturaleza. Es conveniente tener conocimientos básicos sobre ellas. Básicamente, las uñas son un libro abierto de nuestro estado de salud. Podemos saber por ejemplo, que unas uñas excesivamente gruesas pueden indicar señales de problemas tipo tiroides, psoriasis o alguna infección por hongos, o que las manchas blancas son pequeños golpes que quedan como pequeñas cicatrices. Trastornos en nuestra vida cotidiana como el estrés, artritis, enfermedades renales, también se manifiestan en su aspecto. Como podemos darnos cuenta, no solo son importantes para tocar la guitarra, sino también como indicadores de salud.
Los siguientes aspectos, más guitarrísticos, considero muy a tener en cuenta. Sería casi otro decálogo, pero en este caso enfocado a las uñas. Son una mezcla de información, consejos y experiencia.
LIMADO
En una entrevista sobre la vida de Paco de Lucía, un familiar desvelaba que en su casa había limas por todas partes. A continuación se insertaba otra filmación en la que Paco aseveraba que un correcto limado de décimas de milímetro puede influir determinantemente en que un concierto pueda salir mal o bien.
TIPOS DE LIMA
Antes de profundizar en el limado es conveniente saber los tipos de limas que disponemos en la actualidad:
Hay que tener en cuenta también las medidas del grosor. Se clasifican por números, comenzando por 1200 las más finas (1200 es para sacar brillo y 400 son para pulir), hasta las de 80 (limado extra). Recomiendo las de 180/100, aunque esto es una opinión muy subjetiva. Cada uno, dependiendo del tipo de uñas, debe ir probando hasta decidir qué numeración le conviene.
COMO LIMAR
Una vez expuesto el tema de las limas conviene aprender a usarlas. Partimos de la base que hay que sujetar la lima con la mano izquierda para limar las uñas de la derecha. Hay dos opciones: Moviendo la lima sobre las uñas, o al revés. En mi caso muevo la mano derecha sobre la lima para darle forma al limado. Lo considero más preciso. Por otro lado, los movimientos deben ser suaves, de un lado a otro y viceversa. Nunca limar la uña de frente (podemos dañarla), sino primero la parte inferior y luego la superior hasta llegar al punto que consideremos óptimo. A continuación es muy importante pulir la zona para evitar que cualquier imperfección suponga luego un punto de enganche de la cuerda que luego vaya estropeando y rompiendo la uña.
Cabe reseñar que hay que observar por donde se suelen romper nuestras uñas. Si siempre es por el mismo sitio, tendremos que adoptar decisiones para ajustar periódicamente el limado de esa zona. El toque de guitarra comporta un permanente auto limado producido por el desgaste de las uñas al pulsar sobre las cuerdas. Es apenas imperceptible, pero si observamos el espacio que hay en la tapa justo debajo de las cuerdas lo apreciaremos en forma de polvillo fino.
No todos los dedos se deben limar con la misma forma y medida de uña ya que los ataques a cuerda no se producen en el mismo punto del final de cada dedo. Si observamos detenidamente nuestra ejecución, en un arpegio por ejemplo, es fácil darse cuenta que el dedo anular no engancha igual la cuerda que el índice. Y ni hablar de la uña del pulgar, que debe tener siempre una longitud superior a las otras. Un buen truco para todo esto sería colocar un papel de lija envolviendo el encordado en la zona donde pulsamos con la mano derecha, hacer el gesto de tocar, y observar que zona de cada uña se ha limado. Esto nos daría una idea bastante precisa.
FORMA DE LA UÑA
La forma depende mucho del tipo de terminación del dedo y hacia donde salga la uña. Hay dedos más carnosos que necesitan un poco más de uña para poder equilibrar el timbre del sonido que producen. También los hay con la carne más afilada, digamos, que permiten una salida de uña más pronunciada. Por otro lado, hay uñas que salen hacia afuera, y otras que crecen como una cuchara boca abajo, hacia adentro. Teniendo en cuenta todo esto incido en redondear siempre ligeramente los bordes, y experimentar con el tipo de forma de la uña, así como la longitud. Lo habitual es buscar un punto de limado que sea como la forma de media luna, sin que quede demasiado redondeado.
CUANDO LIMAR
Siempre hay que limar antes de tocar. Las uñas crecen por días (muy poco para mi gusto, 1 milímetro cada 15 días de media) y la longitud de hoy no es la de ayer jamás. También hay que ir limando a medida que se va tocando con el objeto de ir perfeccionando el punto de limado a la ejecución del día. No todos los días tocamos igual, siempre hay ligeras modificaciones en función del estado de ánimo, temperatura, humedad, cómo esté la guitarra, etcétera. Después de tocar, lo adecuado es limar ya que seguro que se han producido micro cortes imperceptibles en las uñas después de una sesión de ensayo, práctica o actuación. Y como tercera recomendación, hay que limar en cualquier momento del día en el que notemos alguna irregularidad en las uñas, fruto de un roce, un golpe o lo que fuera. En resumen: antes, mientras, después, y resto del día.
EJECUCION
La forma de ejecutar las técnicas de la guitarra influyen mucho en las uñas. Los dedos con una terminación redonda y carnosa necesitan un plus en la longitud de la uña para que el ataque a cuerda pueda compensar el grave de la carne con el metal de la uña. Si, por el contrario, la yema termina en forma afilada, la cantidad de uña debe tener una longitud entre media a corta. Atendiendo al párrafo anterior (“Forma de la uña”) habrá que considerar el tipo de limado para cada caso. Lógicamente, habrá que trabajar al principio bastante el ataque a cuerda de modo equilibrado, para luego mantenerlo siempre igual.
Por otro lado, si tocamos con fuerza será altamente probable que nuestras uñas se agrieten, se cuarteen, y que se rompan. Un toque equilibrado, con una dinámica de sonido media, que permita subidas y bajadas de intensidad en función de la necesidad, es lo más recomendable para el sonido y sobre todo las uñas.
ALIMENTACIÓN – SALUD
Parece esto una consulta médica: que si alimentación, que si salud, que si psicología... No hay que olvidar que la guitarra forma parte de nuestra vida y, es más, todo lo que envuelve su sonido, su mensaje y su alma es consecuencia de todas nuestras circunstancias personales. Y la salud es lo más importante. No voy a descubrir nada si digo que hay que mantener una dieta a base de verduras, fruta, hidratos y proteínas, pero en definitiva la clave está en comer lo más sano y variado posible. Las uñas lo agradecen con toda seguridad. Así también hay que saberlas hidratar.
En cuanto a ayudas externas que no sea la propia alimentación cabría destacar que un aporte extra de vitamina B, zinc, queratina o aminoácidos nunca viene mal. Mi consejo es que sea todo lo más natural posible, evitando la química. Espero que me sepáis entender.
PEQUEÑOS DETALLES COTIDIANOS
¿Cuántas veces nos hemos roto uñas en cualquier gesto como abrir o cerrar un cajón, por ejemplo? Por eso os voy a indicar unos cuantos gestos que trato de tener controlados y que con el tiempo he llegado a automatizar para evitar romperme las uñas:
Imagino que más de uno tendréis también vuestros propios trucos. En definitiva, todo se resume en ser consciente de la importancia del control de los movimientos de brazos y manos, muchas veces de modo involuntario, que hacemos a diario.
ROTURAS DE UÑA
Cuando surge el drama de la rotura de una uña, y después de una gran depresión, no queda más remedio que seguir tocando antes que el bajón anímico pueda con nosotros.
La primera alternativa, para mi es la más saludable, consiste en limar lo que quede de uña hasta dejarla todo lo más igualada posible, limar ligeramente las otras uñas para poder equilibrar un poco las distancias, y armarse de paciencia esperando poder tocar con un mínimo de buen sonido. Al tener menos uña deberíamos ajustar un poco el ataque a cuerda para poder tocar.
Si por el contrario, necesitamos reparar esa rotura con cierta prisa (tenemos un concierto, una actuación, o algún tipo de evento que precise tener las uñas con su longitud) podemos hacernos una uña de emergencia con pegamento instantáneo y papel fino, dejándolo secar, y limando hasta conseguir la medida que deseemos. Éste procedimiento tiene sus inconvenientes, como principalmente la falta de sensibilidad (no es lo mismo la propia uña que una artificial), y sobre todo el problema que supone el añadir un producto químico (el pegamento) sobre la superficie de la uña. No obstante, es un remedio a tener en cuenta en caso de necesidad.
PRODUCTOS PARA LAS UÑAS
Por un lado tenemos los más puramente cosméticos como bases, bases vitaminadas, endurecedores o esmaltes. No soy muy partidario de este tipo de productos. Hay uno de fama muy extendida entre los guitarristas flamencos que se hace en Colombia bajo una firma alemana, que lo usé durante tiempo y estuve muy contento, pero desestimé su uso al descubrir que contenía formaldehido, un componente cancerígeno nada recomendable para mí (ni para nadie). Una vez informado, me decidí a investigar sobre el tema, y ahora uso con bastante buen resultado un aceite esencial que aplico periódicamente sobre la base de las uñas, con el que estoy muy contento y mis uñas han ganado bastante.
UÑAS DE PORCELANA, GEL, PAPEL O TELA
En los setenta si no tocabas fuerte no eras nadie. De pequeño me las mordía las uñas. Cuando luego empecé a tocar la guitarra mis uñas eran muy finas, frágiles y sin cuerpo. No se me escuchaba absolutamente nada. Por aquel entonces me hablaron de varios sistemas utilizados por los guitarristas de la época. Me decidí por el de pegamento y algodón.
El procedimiento era una verdadera obra de artesanía, al mezclar pegamento escolar con hilos de algodón, colocarlo sobre las uñas y esperar varias horas a que se secara. Recuerdo que hacerme toda la mano era un ejercicio de paciencia. El problema venía más de una vez cuando tocando en directo el postizo saltaba. Nunca olvidaré una actuación en una sala donde, en pleno acompañamiento al baile, salió volando la uña postiza del pulgar En primera fila había unos novios tomando unas copas de champaña. Miraba por todos lados el suelo del escenario y no la encontraba. Cuando acabó el pase y la gente se fue pude encontrar la uña postiza en una de las copas de los novios.
Con el tiempo el sistema fue evolucionando. Aparecieron en el mercado los pegamentos instantáneos en los ochenta, propiciando un sistema más sencillo al pegar un trozo de tela fino sobre la uña. Quedaba muy consistente. El procedimiento era mucho más rápido, pero veía las estrellas cuando el pegamento quemaba la tela. Era una verdadera reacción química en toda regla, con el consiguiente deterioro de la capa más exterior de la uña. Un día llegué a pensar que me quedaba sin uñas. Había oído hablar del mismo sistema pero con papel. Lo probé y me resultó menos abrasivo que el de tela. Lo fui utilizando durante años hasta que llegaron las uñas de porcelana, y más tarde las de gel. De un tiempo a esta parte decidí ya tocar sin ningún tipo de ayuda que perjudicara más mis uñas. Estaban tan finas como el papel de fumar y frágiles como un hilo suelto. Más tarde sustituí el papel por harina (si, harina) y un sinfín de pruebas. El problema era de base, ya que consideraba que necesitaba reforzar las uñas con lo que fuera para tener un sonido potente.
Todo cambió cuando lo vi desde otra perspectiva: el buen sonido es consecuencia de la forma de tocar y no de la potencia de las uñas. Necesité un periodo de transición para que las uñas fueran regenerándose. Poco a poco fui evolucionando mi toque, el trato de las uñas, y me di cuenta del tiempo tan valioso que había perdido buscando resultados inmediatos. Como he comentado antes, después de mucho indagar, probar hasta con un amigo psicólogo, y sobre todo contrastar con guitarristas que les sonaba la guitarra a gloria, llegué a una definitiva conclusión: hay que tocar con la propia uña, tratándola, cuidándola, tocando equilibradamente y limando las uñas en la medida justa. Mis índices de felicidad han subido muchos enteros desde entonces cuando toco. De vez en cuando se me rompe o cuartea alguna uña, pero ya no es obstáculo porque es otra dimensión. La felicidad que da un toque de una uña pura no me la proporciona ningún otro sistema.
En conclusión, y partiendo del respeto hacia cualquier otra opción, mi consejo es evitar al máximo las uñas sintéticas. Con el tiempo acaba comiéndose las capas exteriores de las uñas, generando una enorme dependencia. Pero no solo es por ello, sino por el tipo de sonido y la calidez en la expresión. El sonido puro de una guitarra necesita el tacto más directo sobre sus cuerdas, y como un buen ataque combinado de yema y uña no hay nada.
Ahora cuéntame..
¿Usas uñas sintéticas?
¿Qué sistema usas?
¿Te sientes bien con ello?
¿Cómo tratas tus uñas?
¿También optaste por tocar con tu propia uña?
¿Consideras importante la potencia del sonido o la calidad?
¿Te sientes esclavo de tus uñas?
Todo un mundo ¿A que sí? Y aun podría explayarme más.
Y una cosa: Guitarristas, si os enfadáis no os pongáis “de uñas”!
A ser felices.
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LOS 10 ERRORES
Desde mis primeros pasos con la guitarra estaba absolutamente convencido de conceptos que ahora considero arcaicos. A medida que vamos avanzando nos damos cuenta de los errores cometidos. Por eso me atrevo a dar algunos consejos que podrán allanar el terreno a quien esté comenzando, o simplemente que lleve tiempo tocando pero observe que hay cosas que no le salen bien. Abordaré varios aspectos en este artículo, alguno de ellos ya citado someramente con anterioridad. La conclusión es que todos tienen que ver con el aspecto psicológico del guitarrista.
Dedicado a Leo, viajero en el tiempo, que apareció en 2022 después de un largo trayecto de cuatro décadas a bordo de la cápsula AVBB. Para él en concreto y en general para todas esas personas que iniciaron su aprendizaje con la guitarra hace años, dejándola aparcada un tiempo para más tarde protagonizar un reencuentro, encontrándose ahora un escenario diferente, más evolucionado y con un nuevo universo de matices a disfrutar. Estos diez consejos espero puedan allanarles el camino, a ellos y a cualquiera. Vamos con ello.
QUERER TOCAR RAPIDO ANTES DE HORA
El dominio de cualquier técnica es cuestión de buena colocación de manos, actitud, paciencia y progresión. La velocidad es consecuencia de una ejecución correcta y progresiva durante tiempo. Si nos saltamos parte del proceso para correr, la expresión no será redonda, habrá saltos en el tempo, en la dinámica y acabaremos llegando a un punto donde ya no se puede evolucionar más, como si tropezáramos contra un muro. Todo lo expuesto ha sido puramente técnico.
Ahora bien, el problema es otro. Hay que preguntarse por qué hemos querido tocar tan rápido. Esa es la clave. Debemos ser sinceros con nosotros mismos. La música no es una carrera de velocidad. Y si lo queremos comparar con una carrera, que sea más bien con una carrera de fondo. Las ansias por correr matan cualidades importantísimas como la sensibilidad o el buen gusto. Creer que el hecho de tocar rápido impresiona es un error. La mejor forma de impresionar es tocarle la fibra al público. Pero antes de eso es a nosotros mismos a quien debemos gustar. Se puede tocar con cierta ligereza cuando estamos sobradísimos, pero sin matar la esencia. Hay que pensar que un pasaje musical precioso puede llegar a ser imperceptible si se ejecuta rápido.
Pero volviendo al título de este apartado, hago hincapié en lo inadecuado de querer llegar antes de hora al objetivo. Los atajos en guitarra (ni en ningún instrumento) existen. Tarde o temprano la verdad aflora. Y si intentamos conseguir resultados antes de lo debido llegarán dos de los principales enemigos del guitarrista: las lesiones y la frustración.
TOCAR FUERTE
Los guitarristas que comenzamos en los años 70 teníamos un problema grave con el sonido. Por un lado, de cara al instrumento, se priorizaba la potencia sobre la calidad. Y por otro, los problemas con el sonido en las actuaciones eran horribles. Volviendo al primero, digamos que había una cultura de la guitarra flamenca bastante diferente a la actual. Cantaores con una voz potente como Rafael Farina exaltaban a un público entusiasta cuando se apartaban del micrófono y cantaban a capela. He visto con mis propios ojos como una plaza de toros llena hasta la bandera se volvía loca con ello. Y también, cuántas veces escuché aquello de “cómo toca ese hombre” cuando un guitarrista de manos callosas tocaba muy fuerte la guitarra, aunque le sonara a rayos. La cultura de por aquel entonces era así, con unos gustos muy rudos, digamos. Afortunadamente, con el tiempo se ha ganado en expresión, en modulación y sobre todo en buen gusto. Cuidado, no por ello hay que confundir todo esto con falta de flamencura. Eso merece capítulo aparte. No obstante, lo bien cierto es que los guitarristas de mi generación crecimos con la necesidad de tocar fuerte, de hacernos sonar cuando el equipo de sonido era malo. No importaba, había que dejarse el alma para que la gente te escuchara. Uñas por los aires, más de una cuerda rota en plena actuación, golpes y arañazos en la tapa... Recuerdo perfectamente esos golpeadores de nácar en la tapa tan de moda por aquel entonces.
Pero ahora es otra cantinela. Tenemos buen material para sonar más o menos bien, de poco peso, portátil, con micrófonos creados ex proceso para instrumentos, los técnicos son verdaderos profesionales, y sobre todo el público es más exquisito en la mayoría de ocasiones. Los guitarristas ya no necesitamos “meter la zarpa” como antes. Los que han comenzado después ya no tienen ese problema porque han crecido en la cultura del refinamiento, pero aún nos encontramos con guitarristas o estudiantes de guitarra con esa forma de tocar.
Lo bien cierto es que el hecho de tocar ejecutando con fuerza las técnicas tiene varios inconvenientes y pocas ventajas. En la lista de contras está la continua rotura de uñas, la permanente desafinación de la guitarra, el agotamiento y una peor calidad de sonido, ya que muchas veces se mata la vibración de la cuerda al tocar fuerte. Hay que entender que para una correcta afinación y ejecución la cuerda debe vibrar 442 veces por segundo cuando se pisa el traste y se pulsa con la mano derecha. Si lo hacemos con fuerza el sonido se ahoga. El problema de quien toca fuerte es que su oído se endurece, lo que le lleva a entender como normal un volumen de sonido excesivamente alto.
Todo esto lo comento porque lo he vivido en primera persona. Durante años he tenido un proceso de transformación para, una vez convencido que es lo adecuado, tratar de tocar de modo equilibrado. He de reconocer que más de una vez se me “va la mano” y ejecuto con más fuerza de lo que debiera, pero soy plenamente consciente de la realidad. Por ello siempre incido en el aspecto psicológico: antes del cambio hay que estar convencido que es este el camino, y aceptar que es un proceso lento.
Por todo esto incido mucho en la dinámica de ejecución, con el sonido suficiente para sonar bien, que las cuerdas vibren y deja que el sonido respire. Un buen sonido lo es todo (y sentir también lo es).
ENSAYAR DEJANDOSE LOS RIÑONES
Otro clásico entre los flamencos, valga el juego de palabras. Lo de “dejarse los riñones” es una expresión. Ensayar muchas horas y repetir fragmentos sin más, aunque estén mal tocados, todo sin una hoja de ruta, apretar más de la cuenta cuando algo no sale bien, morderse los dientes, dejarse la espalda, y un sinfín de animaladas varias, no conduce a nada bueno.
Y aquí es donde aparece de nuevo la psicología. Tendríamos que preguntarnos por qué ensayamos con esas ansias y por qué creemos que se debe hacer todo así. Aspectos como la obstinación, el querer demostrar cosas, o la negación para que alguien pueda tutelar tu aprendizaje (autosuficiencia, mal entendida), por poner algún ejemplo, no son más que trabas de la mente que deben ser revisadas.
LA IMPACIENCIA
He de ser bastante conciso en este concepto para que no se confunda con otros, ya que es bastante similar en la forma, aunque diferente en el fondo. Muchas veces da la sensación que en la mente del guitarrista flamenco siempre hay alrededor suyo un grupo de entendidos juzgando lo que está tocando en ese momento. Es un hecho constatado con muchos guitarristas. De ese concepto parte muchas veces la impaciencia. De la necesidad de ejecutar falsetas de modo inmediato, saltándose los necesarios pasos previos para tocarla debidamente. Es una necesidad mal entendida, y si se piensa bien, hasta mal utilizada. Me explico, si existe ese “jurado” en la mente, lo mejor es utilizarlo. Entendamos entonces que debemos ensayar bien para que luego esas personas imaginarias nos den el visto bueno. Así de claro. Ahora bien, también puede existir otra serie de factores de tipo nervioso, mostrando cierta ansiedad por que todo salga correctamente antes de hora. En este caso lo recomendable es una buena tutela por parte de un profesor, que sepa marcar las pautas de ensayo y calmar la mente inquieta del alumno.
Tener la consciencia del progreso en el aprendizaje y dominio de la música que ejecutamos es primordial. Una mente tranquila, que no necesita el resultado inmediato, y sabe en qué momento del proceso está cada canción, cada falseta, cada remate, es de suma importancia.
MARCARSE METAS
Es bueno tener objetivos, pero siendo consciente que solamente a medio o largo plazo. Las metas inmediatas en la guitarra fácilmente conducen al fracaso, a no ser que se trate de algo poco pretencioso. Lo hago extensivo también a otros aspectos ajenos al aprendizaje, sobre todo a nivel profesional (artículo “Quiero ser guitarrista”). Hay que comprender que absolutamente todo en la guitarra debe mantener una progresión, todo lleva su tiempo, y el buen “toque” se consigue a fuego lento, como cuando se cocina.
NO CONOCERSE
Sucede con bastante frecuencia que el aspirante a guitarrista quiere emular a su ídolo. Es comprensible, hasta incluso lo considero una buena motivación. La travesía es larga, y por el camino tenemos que ir desechando los despojos, aprendiendo a conocernos, buscando lo que queremos expresar, descubriendo nuestros límites y sobre todo tratando de ser honestos con nosotros mismos. Hacer música es transmitir sentimientos, y para ello hay que llegar al convencimiento de lo que queremos decir. Luego habrá que aprender a traducirlo al diapasón. Es un ejercicio de madurez el despojarse muchas veces de ciertas características de nuestros ídolos si realmente no van con nosotros. La vida cambia, el mundo gira y aunque el sueño inicial perdure, es necesario adaptarlo a nuestra forma de expresión, a nuestra técnica, a nuestra visión de la música y del flamenco. Es un permanente ejercicio de introspección. El ofuscamiento hacia lo que se supone que debemos hacer nos puede alejar con facilidad de nuestra conciencia y estado de ánimo.
NO SABERSE RELACIONAR
Un buen mentor, un buen profesor, o unos buenos músicos compañeros son importantes para el propio cultivo. Ahora bien, no solo es importante tenerlos, sino también hay que saber extraer lo bueno de ellos. De ese concepto incido en la capacidad de discernir entre lo interesante y lo que no. En el momento se adquiere esa práctica será fácil poder aprender de todo el mundo. Estoy por asegurar que mis propios alumnos me enseñan más que yo a ellos. Un comentario de un amigo, un familiar, o hasta incluso un desconocido pueden darte una buena idea, si te acostumbras a saber discernir y extraer conclusiones positivas para que tu música se enriquezca.
TENER LA MENTE CERRADA
Realmente, una mente cerrada es lo opuesto al resto de consejos. No ayuda, más bien al contrario, el cerrarse en los cuatro conceptos que uno pueda poseer. El mundo de la guitarra es infinito en conocimiento y la apertura de la mente es imprescindible para avanzar. Vivir enrocado entre sota, caballo y rey es quedarse en la edad media. Es importante mantener la esencia, pero otra cosa bien distinta es convertirse en una pieza museo. La música es viva y hay que tener la mente viva.
LA FALTA DE HUMILDAD
“El camino de la magia –como, en general, el camino de la vida- es y será siempre el camino del misterio. Aprender una cosa significa entrar en contacto con un mundo del cual no se tiene la menor idea. Es precioso ser humilde para aprender” (Paulo Coelho).
Llegado el momento en el que nuestro dominio de la guitarra comienza a dar frutos es muy probable que los halagos insuflen nuestro ego. Es tan real como humano. Pero a la vez es un arma de doble filo. Y precisamente en ese instante es donde se debe encender una luz de aviso que nos recuerde donde estamos, de dónde venimos y qué es lo que nos ha llevado hasta ahí: la pasión, el esfuerzo y, sobre todo, el amor por la guitarra, el flamenco y/o la música. Nunca hay que olvidar esto. Debemos ser eternos aprendices, eternos apasionados. Recuerdo a mi maestro, por aquel entonces con 70 años y tocando con la ilusión de un niño. Me decía que admiraba a los guitarristas jóvenes, que aprendía mucho de ellos, pero a la vez se sentía como un adolescente tocando, y que cada día tenía más ganas de tocar. Y eso que tocaba “para rabiar” de bien. Nunca dio muestras de superioridad ante nadie, y tenía un bagaje a sus espaldas que más de uno quisiéramos.
La falta de humildad es uno de los grandes enemigos. Difícilmente, el guitarrista engreído podrá llegar al final de la carrera de fondo. Pasará por momentos de supuesta gloria (para su ego), pero el tiempo dictará sentencia. Paco de Lucía hizo una metáfora perfecta: “La guitarra es como una pirámide al revés. Cuando más avanzas, más te das cuenta de lo grande que se hace el camino”. Si alguien se cree en posesión de todo el conocimiento, difícilmente podrá avanzar al creer que ya lo sabe todo. Por todo ello, añade unas gotas de humildad en el frasco de tu conocimiento con cada avance que hagas.
FORZAR
Error común en muchos guitarristas flamencos. Va íntimamente ligado con el párrafo de la impaciencia. Forzar es sobrecargar de esfuerzo una técnica, un ensayo, un concierto, y –en definitiva- cualquier tipo de ejecución con el objeto de que suene más fuerte, más contundente, o añadir un plus de velocidad a algo que habitualmente no nos sale como debiera. Y precisamente ahí está el error. Si algo no sale en casa, es imposible que afuera nos salga bien. Sería casualidad. Y claro, ahí llegan principalmente las lesiones. No citaré a compañeros guitarristas, pero bien es sabido por todo el mundo de la guitarra flamenca las lesiones, problemas físicos y hasta enfermedades neurológicas derivadas de haber forzado durante tiempo tocando de varios profesionales de renombre.
Resumiendo...
En conclusión, estos diez errores tienen que ver mucho con la mente del guitarrista: buscar conseguir logros antes de hora, la obstinación, el sobre ensayo, la mente cerrada, las prisas, etc... No son más que consecuencia de un inadecuado planteamiento, de una falta de reflexión, y sobre todo, de un inexistente guiado. Es importantísimo saber nuestra base de conocimiento musical, nuestro bagaje flamenco, nuestras condiciones, nuestras limitaciones, nuestros deseos, y nuestra realidad. En función de todo ello, y con los pies en tierra, llevar el camino adecuado. No es complicado. Además, es fascinante.
Hay que escuchar mucha guitarra, mucho cante, mucha música... pero antes que nada hay que escucharse mucho cada uno a sí mismo.
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TOCAR BIEN NO LO ES TODO
Comienza el sueño, ya tenemos una guitarra. Después llega la travesía del aprendizaje, del estudio, más estudio, de echar horas y horas de ensayo, de ilusiones, hasta que llega el momento en el que te subes a un escenario por vez primera, hasta incluso te atreves a componer. Comienza la carrera de fondo.
¡Bienvenido al mundo de la música!
Este artículo va dedicado a mi querida y admirada Eva Denia, cantante, músic@ y guitarrista, que hace unos meses hizo público un emotivo comunicado en el que anunciaba su despedida de los escenarios. Básicamente comentaba que el mundo de la música actual ya no era el mismo que le cautivó en sus comienzos, que sus ganas ya no eran las mismas, y en ejercicio de coherencia consigo misma había meditado bien su decisión. A continuación enumeró una serie de aspectos inherentes al músico de hoy en día con los que no comulgaba como por ejemplo, la casi obligatoria auto producción, tanto discográfica como videográfica, la imperiosa necesidad de mediatizar tu vida musical, la continua molestia de generar carteleria propia, y un sinfín de aspectos con los que, personalmente, estoy muy de acuerdo con ella.
Y al hilo de todo esto he decidido hacer una relación de aspectos concretos del guitarrista flamenco que se deben tener muy en cuenta de cara a una adecuada progresión. Por eso, volvamos al comienzo del sueño y lleguemos al punto donde ya tocas más o menos bien y necesitas subir un peldaño con el objetivo de hacerte un verdadero profesional. De acuerdo, ya hemos hecho la primaria, la secundaria, y ahora toca ir a la universidad. Luego llegarán los masters. Haré un breve repaso a cada una, aunque estoy seguro que se me escaparán muchas más, seguro...
FACTURACIONES:
Si eres profesional, lo primero que debes tener en cuenta es que tus conciertos, bolos, actuaciones -llámalo como quieras- debes cobrarlos. Según la ley, los músicos son trabajadores por cuenta ajena, esto es, que el local/empresa/ayuntamiento/festival que te contrate debería asegurarte cada vez que toques y hacerte los pertinentes descuentos de IRPF y Seguridad Social. Pero la realidad es otra en la mayoría de casos, desgraciadamente. A la inmensa mayoría de músicos no les queda otra opción que hacerse autónomos para generar sus propias facturas (es una triste realidad), pagarse ellos las cuotas, así como hacerse las liquidaciones trimestrales y anuales de IRPF e IVA. Es importante saber que el importe que se cobra en cada factura no es el 100% para el músico, ya que el IVA debe ingresarse en Hacienda, así como computar los IRPF generados para luego liquidarlos. Por otro lado, un 20 % de los beneficios también van para Hacienda (... somos todos, ya sabes). Con respecto a los profesionales que tienen otra actividad, no hay una legislación específica que contemple qué es exactamente lo que se debe hacer, y tras consultar con varios organismos oficiales, la conclusión es que hay que darse de alta en actividades económicas (AEAT) para declarar tanto el IRPF como el IVA (con sus liquidaciones tanto trimestrales como anuales), todo ello siempre que el montante de lo facturado en el año no supere el bruto anual del salario mínimo interprofesional. Aun así, no las tengo todas conmigo respecto a éste último apartado. Recordemos que hay un vacío legal en este aspecto. Todo esto está explicado a groso modo. Habría que profundizar bastante, pero al menos lo expongo para que os podáis hacer una idea.
Voy a exponer un ejemplo de como funciona todo esto, a fecha de enero de 2022: Un músico genera unos ingresos de 1000 € en un mes. Cobrará un 10% de IVA, o sea, 100 €. Directamente, esos 100 € son para la AEAT. Debe pagar 295 € de cuota de autónomo, y un 20% de los beneficios también a la AEAT (200 €). Resumiendo: que a final de mes le quedan 505 €. Toda esta información es muy conveniente tenerla en cuenta.
SONIDO
Esto ya es un mundo aparte. Eso sí, mucho más cautivador que el tema de las facturas. Por la sensibilidad, la forma de tocar, la cultura musical y la propia naturaleza de cada cual, el guitarrista debe encontrar su propio sonido. Esto es importante. Es como su sello. Se consigue con el tiempo y sobre todo necesita saber gestionar aspectos de escenario con conocimientos de sonorización. Hay que tener muy en cuenta que de nada sirve una buena ejecución si luego no se aprecia bien. Enumeraré los aspectos más importantes para mi opinión:
TECNICOS DE SONIDO
Considero al técnico de sonido como el mejor aliado del guitarrista flamenco. Nadie mejor que un buen profesional para ello. Y si encima tiene medios, es ya perfecto. En muchas ocasiones el músico inexperto no lo ve así, y hay que entender que es casi imposible que un directo suene como un disco porque hay infinidad de parámetros que determinan la calidad del sonido. Es muy importante la empatía y el respeto hacia ellos, que para eso son los profesionales. Todo esto parece una obviedad, pero la realidad avala estas palabras, por lo visto durante toda una vida en los escenarios.
ACOPLES, FEDD BACK, RETROALIMENTACIÓN
Si el técnico es el amigo, los acoples son el enemigo número uno de la guitarra flamenca ya que de por sí no es un instrumento potente como podría ser un saxo, una batería, o una trompeta, y encima su acústica se debe a una caja de resonancia donde el sonido entra y sale a discreción por el mismo sitio. El guitarrista demanda más volumen o ganancia, y ahí es donde se genera el acople. Para evitarlos, hay que saber orientar el micrófono y colocar los monitores de modo que no interfieran entre la fuente del sonido y el suyo propio. De un tiempo a esta parte se está utilizando un sistema de monitorización para la guitarra flamenca bastante interesante que consiste en colocar uno o dos monitores de estudio a la altura de la cabeza del guitarrista. De ese modo queda limpio el campo de retroalimentación entre micrófono y monitor. A la vez, el altavoz tiene unas pulgadas inferiores a los monitores de suelo, lo que también es efectivo. Una alternativa eficaz sería el uso de monitores in-ear (o sea, de auriculares) pero ello le restaría viveza a un directo de flamenco. Y por último sería interesante también usar un sistema pickup que convierta las vibraciones de la tapa de la guitarra en señal (el típico Fishman), ya que no acopla, pero también tiene sus propios inconvenientes. En resumen, todavía no se ha inventado el sistema perfecto, y hay que usar el conocimiento para lograr una buena escucha en el escenario de la guitarra flamenca.
TIPOS DE MICRÓFONOS Y PICKUPS
Los gustos acerca de este tema son muy personales, así que expondré las alternativas para que cada cual se haga luego su composición de captación de sonido.
El micrófono convencional capta la riqueza del sonido, se aprecia el golpeo de la tapa, los armónicos, y los rasgueos suenan de verdad. Por el contrario, el inconveniente es que suele acoplar, precisamente por lo expuesto antes en el apartado “acoples”.
Por otro lado, tenemos el micrófono de condensador. Aparentemente es igual que cualquier otro micrófono. La diferencia es que necesita alimentación desde la mesa de mezclas. La ventaja principal es que posee una mayor captación del sonido. A cambio, acopla mucho más que los demás y se hace casi imprescindible la ayuda de un técnico especializado. Es ideal para grabaciones, radio o televisión. De todas formas, el profesional que se precie siempre suele tocar con micrófono de condensador bien ecualizado y con todas las precauciones para evitar acoples.
El sistema de pickup es una alternativa interesante, aunque no por ello la considero la más idónea. Consiste en una placa que se coloca debajo del puente y transmite las vibraciones hacia un previo que se suele instalar en el aro de la guitarra, para luego sacar el sonido por un cable directamente hasta la mesa de mezclas. Su gran ventaja es que no acopla, y su gran inconveniente es la artificialidad de un sonido poco fiel con respecto al que sale por la boca de la guitarra. Tiene unos matices nasales, y por mucho que se ecualice, siempre le falta el aire de la guitarra.
Dependiendo de las circunstancias del espacio donde se vaya a tocar puede ser más interesante un sistema u otro, así como también combinarlos. Con esta información y sobre todo mucha práctica, finalmente las decisiones las debe adoptar el guitarrista teniendo en cuenta su propia sensibilidad hacia el sonido.
REDES SOCIALES
Podríamos escribir ríos de tinta, ya que muchas veces las apariciones en las redes sociales no siempre son lo que aparentan. En teoría, una comunicación pública en la red tiene como objetivo publicitar algo. Normalmente son conciertos o difusiones de nuevas grabaciones para el público en general y los seguidores en concreto. A partir de aquí se desencadena un submundo de reglas no escritas como por ejemplo que hay que estar permanentemente subiendo material a la red con el objeto de “seguir en el candelero”. Por otro lado, se da también el caso de imágenes de supuestos profesionales que luego nada tienen que ver con la realidad en directo. Como siempre digo, las redes sociales muchas veces son el pozo de las vanidades. Lógicamente, esto no extensible a todo el mundo.
AUTO PRODUCCION
Este apartado es más especializado. Tanto las grabaciones discográficas como videográficas requieren ser tratadas por profesionales. Y claro, ello requiere dinero. Los artistas alejados de la fama (la inmensa mayoría) se graban sus propios discos en estudios caseros, en el de algún amigo músico, o en última estancia, en uno profesional (pagando, por supuesto). Con los videos sucede exactamente lo mismo.
ASPECTOS DE INTERNET
Esto ya es la dinamización total. En la red puede el artista solicitar ayuda económica por medio del Crowdfunding, también puede subir los videos a plataformas específicas para ello, así como a plataformas de Streaming existentes, redes sociales, unirse a grupos de profesionales que intercambian instrumentos o material, dar clases online, generar y enviar facturas, hacer las liquidaciones con la AEAT, enviar canciones a la SGAE, controlar difusiones ilegales del repertorio propio y denunciarlas, ensayar telemáticamente con los miembros del grupo (con ciertas limitaciones, por el momento), y gestionar tu propia página web, como estoy haciendo ahora mismo con este blog. Lo expuesto es un ejemplo, por no extenderme demasiado.
IMAGEN
Dentro de este apartado englobo varios conceptos que simplemente los voy a enumerar sin entrar en detalles, ya que el músico, o mejor dicho, el artista, suele poseer un alto grado de ego. Esto puede llevar a adentrarnos en "terrenos pantanosos". No obstante los citaré ya que forman parte del juego: la imagen, el respeto de los compañeros músicos, la falta de humildad, la buena/mala prensa entre las empresas del sector, saber comunicar dentro y fuera del escenario, las envidias, los problemas de miedo escénico, tener un buen curriculum, la fama, las depresiones, o la falta de estímulo. Seguro que me quedo corto. Como se puede comprobar, la mayoría tiene que ver con el aspecto psicológico. En definitiva, todo este compendio no dejar de ser lo mismo que en cualquier profesión. Lo dicho, si acaso un poco más acentuado por el ego.
Como habéis podido comprobar, tocar bien es solo el pico del iceberg. Toda la gama de aspectos satélites inherentes a la propia música es una realidad que no debe obviarse. Es importante tener todo en cuenta y entender que son asignaturas paralelas para obtener el grado de profesional. Estoy seguro que habré obviado más aspectos, y tampoco me extenderé sobre lo que está al caer, como las NFT por ejemplo, o el modelo de conciertos que está en fase experimental, o las nuevas difusiones por streaming, todo ello a la vuelta de la esquina.
A fin de cuentas, y como siempre digo, todo se resume en sentir, en amar la guitarra y pasión por la música. Todo lo demás está fuera del auténtico camino. Y si no, tiempo al tiempo.
Y ahora mi querida Eva Denia me diría: “Qué poco has hablado de música”. Y cuánta razón tiene...
P/D: Gracias de nuevo a todas las personas que seguís el blog y me escribís con sugerencias.
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CUANDO INTERPRETES DE OTRAS MÚSICAS SE ACERCAN AL FLAMENCO
La globalización ha llegado hace tiempo al Flamenco, y ello ha arrastrado a músicos de otras disciplinas para adentrarse en los ritmos y armonías flamencas. Hoy en día, y ya desde hace años, es bastante común la presencia de otros instrumentos originalmente ajenos a la tradicional guitarra flamenca o palmas en espectáculos donde se interpreten Tangos, Bulerías, Alegrías, o cualquier otro estilo.
Se conocen los orígenes en las primeras incursiones de Sabicas experimentando con músicos de Jazz y el Rock en su formación Rock Encounter (1966), así como en el trabajo discográfico “Jazz Flamenco” de Pedro Iturralde en 1968, donde Paco de Lucía introdujo su guitarra. Bien es cierto también que figuras del Jazz coquetearon antes con el Flamenco como por ejemplo en 1956, donde se produjo el lanzamiento del disco “Jazz Flamenco” de Lionel Hampton. En realidad, y visto desde el punto de vista flamenco, no lo era tal. Más bien era un intento de aproximación donde sonaba más a latino que a otra cosa, junto con algún giro melódico haciendo algún guiño en cierres de cadencia dórica. Por ello, en la versión española del disco, tuvo que insertar una voz acompañada de una guitarra española para tratar de imprimir lo que la discográfica anunció como “una curiosa innovación: el Jazz Flamenco, una inspiración española del famoso Lionel Hampton”. Al hilo del trabajo de Hampton, en 1960 Miles Davis grabó Sketches of Spain. Y en 1961 donde hizo también otro acercamiento John Coltrane en su “Olé Coltrane”. Pero todos estos trabajos no dejaron de plasmar un punto de vista desde el Jazz, sin que ningún tema hubiera seguido los cánones de algún estilo flamenco.
El mayor auge de maridaje con otras músicas tuvo lugar entre las décadas de los 70 y los 80, cuando se experimentó desde el Flamenco y no al revés, con la aparición de grupos como Smash, Medina Azahara, Triana, baluartes del denominado “Rock andaluz”, y la colaboración de músicos de la talla de Jorge Pardo, Carles Benavent, Tino di Geraldo, o Joan Albert Amargós (solo por citar los más relevantes) en grabaciones como por ejemplo “La leyenda del tiempo” (1979) de Camarón, o “Solo quiero caminar” (1982) de Paco de Lucía, que fue el germen del mítico “Sexteto” de Paco de Lucía. Chick Corea también tuvo su guiño flamenco en “Return to forever” (1972). Relevante también el trabajo del gaditano Chano Dominguez, quien destacó en el ámbito del Jazz Flamenco a partir de la década de los 90. He creído conveniente hacer un poco de historia, por breve que sea, al objeto de poder argumentar los orígenes de esa motivación por parte de músicos provenientes de otras formas de expresión.
Bajo mi punto de vista, la principal diferencia en cuanto al aprendizaje de los músicos flamencos y los demás es que el músico flamenco da sus primeros pasos de modo muy intuitivo, sin necesidad de escribir o leer música. Se asimilan los “Palos” a base de comprensión e interiorización antes de tocar, así como toda la amalgama de normas no escritas como son los soniquetes, remates, desplantes, llamadas, tercios, etc... propias del mundo flamenco. Y precisamente aquí está la clave. Por experiencia, tengo más que comprobado que un músico “de solfeo” –como decimos los flamencos- necesita, por su propia formación, razonar lo que toca de modo empírico. Ahí está la diferencia. En mi opinión, sería conveniente dejar de lado inicialmente la partitura para absorber conceptos, adentrarse al modo de “contar” flamenco, escuchar mucho, dejarse aconsejar por expertos con criterio, y sumirse en un proceso de “flamenquización” que enriquezca su conocimiento. Hay que dejar un tiempo para interiorizar todo ello, y luego comenzar como si de un juego se tratara. Ese tiempo luego será muy valioso a la hora de expresar.
Tengo ejemplos de músicos que han venido a clase y desde el primer momento se han puesto a escribir todo en partitura. Es comprensible que lo necesiten, pero esa prisa por tocar inmediatamente les impide dominar luego. Serán esclavos del pentagrama. Abrirse al Flamenco supone una apertura de mente enorme, es lógico. Siempre pongo el ejemplo de un español que quiere aprender otro idioma y lo hace escribiendo la fonética de las palabras del otro idioma como suenan en castellano. Jamás pronunciará bien. Sonará como una máquina de internet que lee libros, o como un video de Anonimus. Otra cosa será que luego, una vez asimilados los conceptos y haberse empapado del lenguaje flamenco, se tome nota en partitura de todo y pueda expresar. Pero antes hay que escuchar mucho, hacer palmas, rodearse de músicos flamencos, absorber conceptos y jugar con su instrumento a “decir flamenco”. Tarde o temprano saldrá una expresión buena.
Por otro lado, cabe mencionar que he conocido músicos que han conseguido crearse sus propios métodos para transcribir todo su repertorio flamenco a partitura y lo ejecutan en los directos con una pulcritud que, francamente, da el pego. Da la sensación que son músicos flamencos de verdad. La realidad es que lo que se muestra en el escenario es tan solo la punta de lanza ya que, una vez puestos a tocar con ellos, cualquier compás de más o menos (fruto de la inspiración del cantaor, bailaor o guitarrista) los descuadra y se ven completamente perdidos. Es por esto, junto con muchos más aspectos intrínsecos del propio Flamenco, lo que me lleva al consejo de aprender desde el conocimiento de la idiosincrasia flamenca, dejando de lado la tablatura o pentagrama. Al menos, de inicio. En este sentido, los músicos de Jazz tienen bastante ventaja ya que tienen similitudes con respecto al Flamenco en cuanto a la libertad expresiva, y sobre todo en lo referente al conocimiento (muy superior) de escalas y armonías. Por eso es más frecuente ver en escenarios a músicos de ambas disciplinas musicales tocando juntos.
Es conveniente comentar que mi experiencia sobre didáctica del flamenco a músicos de otras especialidades musicales está condicionada por las circunstancias locales de la ciudad donde imparto clases, Valencia. La Comunidad Valenciana tiene una gran tradición musical, donde en cada población se aprende música desde niño, para luego tocar un instrumento en la banda de música local. Es un vivero continuo de músicos de base. También he tenido alumnos de guitarra flamenca que estudiaban en la Berklee. A éstos últimos les resulta mucho más sencillo impregnarse de flamenco. De hecho, venían con grandes conocimientos teóricos sobre escalas y armonías, buscando sobre todo diversas formas de expresión rítmica.
No obstante, todo lo anteriormente expuesto no exime al guitarrista flamenco de ampliar sus conocimientos sobre armonía, partitura, composición, etc. Este post se centra exclusivamente en todo lo contrario, que es la perspectiva desde otras músicas. Si acaso merece capítulo aparte el enriquecimiento musical del guitarrista flamenco, del que hablaremos en próximos artículos.
Si eres instrumentista de otras músicas distintas al Flamenco ¿Cuál es tu opinión? Para ello está el correo, ya que no consigo configurar el sistema para que las respuestas se puedan enviar desde el propio blog. Creo que también he de reciclarme en este aspecto, al hilo de todo lo expuesto.
Y por supuesto, daros las gracias a tod@s los que me enviáis emails dando vuestras opiniones y experiencias. Es muy gratificante. Al fin y al cabo, todo el trabajo del blog no es más que amor/pasión por la Guitarra Flamenca.
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FORMAS DE APRENDER GUITARRA FLAMENCA
Este artículo surge de la demanda por parte de alumnos, amigos que les gustaría aprender guitarra flamenca, o aficionados interesados. Básicamente, es una cuestión bastante recurrente entre gente interesada en tocar la guitarra flamenca ya que la enseñanza, en este caso, no está tan normalizada incluso extendida como puede suceder con otros estilos.
Para comenzar, siempre hago una clara distinción entre las personas que han aprendido “viviendo la guitarra flamenca” desde la infancia y las que no. Crecer en el seno de una familia donde el Flamenco está presente allana mucho el camino de cara al aprendizaje. Siempre hago énfasis en que la Guitarra Flamenca es más que un instrumento. Hay que matizar esto bien porque para expresar tocando Flamenco hay antes que saber, nunca mejor dicho, lo que se tiene entre manos. Podremos imitar sonidos, estilos, hasta nuestra imagen, pero si no sonamos flamenco no hay nada que hacer. Por ello hago siempre hincapié en ir adquiriendo conocimientos de cultura flamenca de modo paralelo al aprendizaje del instrumento para quien se asome a la Guitarra Flamenca por vez primera.
Una vez expuesto el tema del conocimiento del Flamenco, será más comprensible explicar los diversos modos de aprendizaje con sus pros y sus contras. Ésta es mi exposición, como digo siempre, como podría haber otras muchas:
APRENDER POR VIDEOS EN LA RED
El sistema es bastante común debido a lo práctico que resulta aprender en el momento que uno deseé, sin tener desplazarse para recibir clases. Y encima es gratis. Hasta aquí todo son ventajas. Pero la lista de inconvenientes es más larga. En realidad no recibimos clases, sino que debemos ser nosotros mismos nuestro propio profesor. Me explico: Recibimos una información de imagen y sonido que debemos procesar en nuestro conocimiento, replicar en nuestras manos, y –lo peor- hacerlo sin saber hasta qué punto lo estamos haciendo correctamente. Ésa es la clave. Podemos tocar algo aprendido en un vídeo creyendo que está bien ejecutado cuando en realidad es altamente probable que hayamos cometido infinidad de incorrecciones sin darnos cuenta (digitaciones con dedos erróneas, no expresar con la acentuación adecuada, malas posiciones de manos, mal ataque a cuerda, saltos en el tempo, etc...). La experiencia con alumnos que me han llegado a clase después de haber comenzado a tocar aprendiendo de videos en la red es nefasta: Un 100% de vicios posturales, con ejecuciones “sucias” en la mayoría de casos. Bajo mi punto de vista, no es lo más recomendable. Es más, directamente lo descartaría como consejo.
APRENDER VIA TELEMÁTICA CON UN PROFESOR
Para mi es la opción directamente mejor que la de los videos. Como ventajas tenemos que alguien nos va a controlar que aprendemos correctamente. Al menos debería ser así. Otra gran ventaja, para mí la más importante, es que se puede aprender a distancia cuando se vive en un lugar remoto (un país o ciudad diferente a la del profesor, o una localidad desde donde es tedioso desplazarse), así como para personas que no disponen de mucho tiempo y el desplazamiento les robaría varias horas en ocasiones. Como desventajas tenemos las propias de la conexión de la red (caídas del sistema, mala calidad de la imagen, latencias en el sonido, etc...), pero sobre todo lo que más destaca es que es prácticamente imposible tocar y hablar a la vez. Esto dificulta bastante la comunicación. Los profesores en la red son algo más baratos que los presenciales por lo general. Esto también es un punto a favor. No obstante, al ser tan sencillo dar clases online, la oferta es inmensa y nos podemos encontrar con gente que no tenga nivel y quiera sacarse un dinerito, o guitarristas que toquen bien pero no sepan enseñar, así como –por supuesto también- verdaderos profesores. Éstos últimos no los hay en demasía, al menos en la red. Mi consejo para encontrar el más adecuado no es ver la difusión que hacen en las redes sociales, sino la opinión sobre ellos.
APRENDER DE UN AMIGO QUE YA TOCA – JUNTÁNDOSE CON FLAMENCOS
Se da con bastante frecuencia la circunstancia de aficionados sin grandes pretensiones a nivel guitarrístico que les encanta la guitarra y que van adquiriendo poco a poco conocimientos de guitarristas de su entorno flamenco. Comienzan sus pasos emulando ritmos básicos, como un juego, y van aprendiendo con cuentagotas. No reciben clases formales, pero van adquiriendo algo muy importante: cultura flamenca y mucha base de conocimiento. Es lo que tiene rodearse de flamencos. El inconveniente surge cuando desean progresar, llegan a ponerse en manos de un profesor y éste advierte la cantidad de vicios adquiridos por un aprendizaje aleatorio. Si el alumno es consciente y perseverante, con el tiempo puede conseguir allanar el terreno. Pero lo que más destaco de esta “modalidad” (llamémosle así) es que, a diferencia de otras, el bagaje de conocimiento flamenco es muy superior. Y si luego se ponen en manos de un buen profesor tienen el terreno abonado para tocar muy bien “diciendo flamenco”. He tenido casos tal cual describo que han llegado luego a ser profesionales. Una formación inicial en una peña flamenca, en una asociación cultural andaluza, en una familia flamenca, o en un entorno que favorezca escuchar mucho flamenco, es primordial para ganar mucho tiempo y tocar con criterio.
APRENDER EN UN CONSERVATORIO DONDE IMPARTAN FLAMENCO
Reseño este apartado por consultas recibidas por correo electrónico de lectores del blog. Y lo hago porque si por mi fuera no lo incluiría como un apartado más en este artículo. La enseñanza como tal en los conservatorios donde se imparte la asignatura de Guitarra Flamenca forma parte de un grado superior. Esto es, que para acceder a ello hay que superar unas pruebas en las que el aspirante ya debe tocar con cierto nivel, luego no considero el conservatorio como una fuente de enseñanza primaria. En los conservatorios donde se imparte la asignatura de Guitarra Flamenca hay materias directamente relacionadas con la guitarra, con el Flamenco, y con la música. Es mucho más que aprender a tocar. A final de cuentas lo realmente interesante de esta opción consiste en la obtención de un título que puede abrir puertas de cara a lograr plazas de profesor en conservatorios y centros de enseñanza homologados. Aparte del indudable conocimiento adquirido, es una salida laboral interesante para quien quiera utilizar la guitarra como un arma de trabajo ciertamente cómodo. Bajo mi punto de vista, muy alejado del espíritu del verdadero guitarrista flamenco. Eso sí, un guitarrista que conjugue las dos opciones a la vez estará altamente cualificado.
APRENDER CON UN PROFESOR – ACADEMIA
En este caso, y si el sistema elegido por el profesor es adecuado, puede ser una opción válida. Todo en función, lógicamente, del objetivo del alumno como guitarrista. Para aprender sin grandes pretensiones puede resultar interesante, como digo, siempre que haya una buena planificación del profesorado. Estuve impartiendo clases en varias academias durante años y el principal escollo con el que me encontré fue la diversidad de niveles entre los alumnos de cada curso. Hay que tener en cuenta que la rentabilidad de una academia se basa en el número de alumnos por clase. Como estudiante, tiene sus aspectos positivos el hecho de tener cerca a personas que comparten las ganas de aprender a dominar el instrumento, lo que facilita la interacción. Por contra, en ocasiones puede resultar frustrante el hecho de compartir clase (como alumno) con otros que tengan más nivel o adquieran los conocimientos más rápido. Para el profesor es un inconveniente de cara a la buena progresión del grupo. De igual modo sucede cuando se posee más nivel que el resto de la clase porque en este caso el alumno siente que está perdiendo el tiempo. Hay que tener muy en cuenta que la edad de los alumnos de guitarra flamenca es muy variada, y difícilmente hay clases con alumnos de la misma generación, lo que dificulta la progresión. No se absorbe información igual con 15 años que con 40.
APRENDER CON UN PROFESOR – PRIVADO
Siempre he manifestado que como un buen profesor no hay nada. La ventaja de las clases individuales es que la clase es 100% para ti. Un maestro particular de guitarra flamenca te hace ganar el tiempo. Es como un entrenador personal. Si partes de cero y el profesor tiene una buena metódica, te sabrá colocar bien los dedos, las manos, y sobre todo, partirás la singladura guitarrística con una base tremenda. Y si ya tocas, deberá corregirte errores y vicios posturales antes que nada. En clase suelo expresar la metáfora del edificio: Un alumno es como un edificio, desde los cimientos hasta el tejado. Se debe tener los cimientos bien sólidos para seguir construyendo hacia arriba. Y si los pilares están torcidos hay que remozar todo antes de continuar. Otra de las ventajas del profesor privado es que te personalizará las clases a las necesidades propias de tu progresión. Ahí es donde te hace ganar el tiempo. Los únicos inconvenientes, que no lo son tal para todos, son el desplazamiento y el económico y. El alumno es quien se debe desplazar, aunque lo mismo sucede cuando se va a una academia. Y una clase particular no cuesta lo mismo que una colectiva, lógicamente, aunque aquí he de matizar algo muy importante: la rentabilidad del coste de clases particulares (con respecto a la progresión del alumno) compensa, en comparación, con el de las clases colectivas que reciba en una academia. No obstante, considero las dos opciones como válidas. Todo depende de las circunstancias del alumno.
Ahora bien, la clave está en la elección del profesor de guitarra flamenca. Este apartado merece mención aparte. Hay que tener en cuenta que no todo el mundo está capacitado para ser un maestro. Alguien que busca un profesor puede sentirse deslumbrado por un guitarrista profesional y querer recibir lecciones suyas. Sin embargo, no siempre su nivel didáctico está acorde (nunca mejor dicho) con su faceta profesional. En el Flamenco, esto es bastante común, ya que es un arte que se aprende muchas veces intuitivamente y cuesta mucho “traducirlo” a un lenguaje normalizado cuando se enseña. Por eso es conveniente cercionarse bien antes de decidir por el profesor. Es un error caer en la creencia de que “si me da clases tal guitarrista famoso tocaré como el”... nada más alejado de la realidad. Por ello es importante recabar información antes de otros estudiantes, opiniones dentro del mundo flamenco, o el consejo de alguien de confianza.
Básicamente, éstos son los métodos habituales para aprender la Guitarra Flamenca. La circunstancia personal suele marcar la decisión, bien por ubicación, por pretensiones, si simplemente se quiere asomar al Flamenco, o si realmente se quiere tocar como es debido. Lo bueno es que hay opción para todo.
Y ahora te pregunto: Si quieres aprender a tocar la guitarra flamenca...
Gracias a tod@s por tanto email de agradecimiento y por tanta aceptación de los artículos del blog. Me motiváis. Si queréis que profundicemos sobre algún tema en concreto, hacédmelo saber y lo desarrollamos.
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ENSAYO MUCHO PERO NO AVANZO
Ésta frase es un clásico entre los comentarios de alumnos. Los guitarristas flamencos parece que tenemos grabado a fuego en la cabeza que “hay que echar más horas que un reloj” para tocar bien. A partir de aquí surge la controversia: ¿Cuántas horas son las adecuadas?, ¿seré un superclase si ensayo el máximo de horas?, ¿podré tener un picado “como Paco” si lo practico 10 horas diarias?, ¿seré un mediocre si ensayo poco?, etc...
Primeramente expondré la metódica adecuada y después los pros y contra. De entrada, lo fundamental es preguntarse lo que realmente deseamos cuando vamos a aprender. Esto es, si queremos ser súper solistas tipo Paco de Lucia, Vicente Amigo o Antonio Rey, especialistas en acompañamiento del cante y/o baile, guitarristas flamencos que conocen todos los Palos Flamencos y se saben desenvolver pero sin altas pretensiones de virtuosismo, o simplemente meros aficionados que tocan todos los estilos flamencos con cierta soltura y que disfrutan con ello. Estas distinciones son un ejemplo, como podría haber otras. Pero, eso sí, hay que ser realistas. Si no se dispone de tiempo suficiente es imposible alcanzar el nivel máximo. Hay que saber ajustarse a la realidad de cada cual.
En todos los niveles, absolutamente en todos, es imprescindible una base técnica. Es imposible tocar, por ejemplo por tangos flamencos, si no se saben colocar los acordes propios del estilo, ni tampoco como cambiar entre ellos, ni mucho menos saber rasguear. Como también fundamental es el conocimiento y dominio del compás, sus acentos, y su carácter. El carácter es importantísimo porque no tiene la misma actitud una Soleá que unos Tientos, por ejemplo. Hasta para llegar a la exigencia más básica de la lista que he expuesto antes hay que pasar por esto. El tiempo mínimo que deberíamos emplear para un nivel básico considero que sería de una hora diaria. Al menos de entrada. Lógicamente, a medida que la exigencia va siendo superior, el tiempo de estudio debe crecer proporcionalmente.
Las ventajas de ensayar mucho tiempo son muchas si, lógicamente, se estudia con criterio. Esto es, con una cierta metódica. Hay que destinar una fase inicial al calentamiento, para proseguir con técnica, continuar con el estudio y práctica del material que estemos tratando en ese momento, para luego acabar con la práctica de todo lo ya asimilado. Esta es mi metódica, como entiendo puede haber muchas más.
Quiero enfatizar, una vez más, en el asunto de la técnica. No hay que obsesionarse con ello. La técnica es fundamental aprenderla correctamente, y tenerla bien interiorizada, para luego olvidarse de ella. Todo en su momento. De entrada hay que ser muy estudiosos, a veces casi obsesivos, pero luego no hay que ser esclavos de ella. Hay que soltarla para poder progresar. Esto es muy importante. Siempre pongo como ejemplo el niño que apenas se mantiene en pie, poco a poco va progresando, da un paso, luego dos, anda apoyándose, consigue el equilibrio, y finalmente consigue andar. Ni hablo ya de cuando luego ya va corriendo. En el momento echa a andar, ya no es necesario que vuelva a las fases previas (sujetarse, mantener el equilibrio, etc.) simplemente se pone a andar de por vida. Con la técnica en la guitarra sucede lo mismo.
Otra de las ventajas de haber aprendido correctamente los fundamentos técnicos básicos es que después con solo calentar ya se debe tener a punto toda la gama de arpegios, picados, alzapúas, trémolos, etc. Lo contrario es un constante camino de ida y vuelta que lleva a pérdida de mucho tiempo.
Ahora bien, estamos hablando de Flamenco. Hay que conocer los cantes, saber acompañarlo, distinguir entre sus distintas versiones, escuchar mucho y, sobre todo, estar muy cerca de buenos aficionados (“enterados” y “flamencólicos” nó!). Esto es más importante que matarse echando horas con la guitarra. El conocimiento de lo que es el Flamenco lo es todo. Aunque habría que matizar acerca de las fuentes adecuadas para absorber Flamenco. Esto merecería capítulo aparte.
¿Cómo deberíamos estudiar? Lo ideal es hacerlo con constancia. De nada sirve tocar la guitarra diez horas un día y luego no cogerla en varios. Las manos no son un contador de horas. Todos los días hay que tocar porque la guitarra es un instrumento muy ingrato, es muy celosa y no te permite que le dediques tu tiempo a otras cosas. Quiere ser tu protagonista siempre. Si no podemos tocar mucho tiempo un día es conveniente tocarla, aunque sea un rato corto, media hora, una hora, lo que sea, pero que ella no se enfade. Esta metáfora seguro que todo guitarrista la tiene bien clara. Está claro que la vida aprieta en ocasiones y no siempre se dispone del tiempo necesario para tocar. Por ello es conveniente que al principio, cuando se dan los primeros pasos con la guitarra, sepamos que vamos a disponer del máximo tiempo posible para asentar la técnica. A partir de ahí todo es más flexible pero, eso sí, hay que seguir con la norma del ensayo diario.
Existen aspectos negativos acerca del concepto de estudiar muchas horas. Hago hincapié en dos importantes. Uno por exceso y otro por defecto. Comenzaré por el segundo:
NO ENSAYAR EL TIEMPO QUE DEBERIA
Siempre digo que la guitarra debe estar en nuestra vida para hacernos feliz, y no para amargarnos. Si no la estudiamos durante el tiempo que deberíamos seguro que es por algún motivo. Lo más probable será porque tenemos otro tipo de prioridades en nuestro presente. Si es así, ¿por qué tenemos ese sentimiento de culpabilidad al no poder ensayar lo que quisiéramos? Nuestro tiempo es el que es, y no hay que darle más vueltas. En ese caso lo que debemos es ajustar nuestras pretensiones de aprendizaje y no aspirar a más de lo que no podemos. Así de sencillo. Y fuera frustraciones, preocupaciones y a empezar a disfrutar. Se toca lo que se puede, se acepta, y a ser feliz.
ENSAYO MUCHAS HORAS AL DÍA
Esto tiene también sus desventajas. La primera es que podemos sufrir algo similar a lo que los culturistas llaman “vigorexia”, vamos, que por mucho que ensayemos siempre nos parece poco. Es otro tipo de perjuicio, y severo en casos. La constante sensación de necesitar más y más horas de ensayo no es más que consecuencia de algún tipo de problema emocional que hay que arreglar. El sobre ensayo puede repercutir también en algo más que preocupante: las lesiones y sobre todo la Distonía Focal. Las lesiones pueden curarse yendo a un fisioterapeuta (y si es especializado en músicos, mucho mejor) pero la distonía focal es una enfermedad neurológica donde un dedo (o varios) desobedecen las órdenes de la mente cuando ésta da la orden a los dedos de pulsar contra las cuerdas. Esto se produce al haber estado sometiendo los dedos a una tensión (física y psicológica) durante años, llevándolos a un estado de saturación tal, que al final el dedo no responde, se rebela y queda bloqueado. Es como si se perdiera el wifi entre la mente y el dedo. Lo he vivido muy de cerca (afortunadamente no me ha sucedido a mi) y es grave porque genera una gran frustración. Puede ser el punto final para la vida de un músico si no se consigue tratar adecuadamente.
Otro hándicap a la hora de practicar mucho y no avanzar es el hacerlo mal. Me explico. Si hacemos la práctica, por ejemplo, de una falseta mal aprendida y la repetimos muchas veces hasta la saciedad, jamás estaremos avanzando hacia la buena ejecución. Al contrario. Lo que estamos haciendo es magnificar el error. Hay que detenerse y observar el motivo del fallo. Puede ser una digitación incorrecta, una acentuación inadecuada, o que entramos en un punto inexacto del compás, por poner algún ejemplo. A partir de ahí, si detectamos el error y lo corregimos, deberá ser sencillo poderla ejecutar correctamente.
Por todo esto, y a modo de resumen, mi principal consejo es que debemos dedicarle al estudio de la guitarra el tiempo necesario, con constancia, y siempre ajustándonos a nuestras pretensiones, en función del tiempo que dispongamos para ello. No tratar de forzar dejando de lado otros aspectos fundamentales en nuestra vida. Y si tenemos tiempo, afición, ganas e ilusión, por supuesto que a tope con ello. Pero con cabeza, un buen maestro (o varios, pero buenos), y una buena planificación, limpiando lo que esté mal aprendido, tocando progresivamente y disfrutando en vez de sufriendo.
Ahora bien, te pregunto si crees que le dedicas a la guitarra el tiempo que realmente deberías.
¿O tal vez deberías dedicarle más pero te dedicas a hacer el vago aun teniendo tiempo? Eso es que no te gusta lo suficiente.
¿O quizás tocas el tiempo que dispones por completo, y tu mente sigue después con la guitarra? Te lleva la pasión.
¿Igual no tienes casi tiempo pero te tiras tocando ese rato libre después de cenar? Eso es afición por la guitarra.
¿Tocas siempre que te apetece y no sientes necesidad de más? Tienes un buen equilibrio.
¿Tocas muchas horas y todo te parece poco? Deberías hacértelo mirar... Aunque también ese punto de pasión no te falta. Espero que sea por afición y no por deporte.
¿Tocas varias horas y no progresas? Necesitas un buen profesor, alguien que te guíe.
La guitarra no sólo es practicar mucho tiempo cada día. Es vivir la guitarra a cada instante, aunque no las estés tocando. Es escuchar mucho. Es querer abrazarla y sentir como vibra su fondo en tu pecho. Es tenerla en la cabeza y tocar mentalmente durante todo el día, durante prácticamente toda tu vida. Es sentir que forma parte de ti. Es sentirse absorto mientras los demás hablan de lo que sea y tú estás en tu mundo. Es sentir empatía inmediata cuando conoces a otro guitarrista. Eso si que es “echar horas”...
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“QUIERO SER GUITARRISTA FLAMENCO”
Esta frase me recuerda aquella famosa de Concha Velasco de “mamá quiero ser artista”, pues algo así. La vida profesional del guitarrista flamenco es, como muchas, una carrera de fondo y no siempre está todo el mundo dispuesto a seguir los pasos necesarios para llegar.
He tenido alumnos que nada más sacar sonido a cuatro notas comienzan a fantasear con la idea de hacerse guitarristas flamencos sin más supervisión que su propia ensoñación. No digo que sea malo, más bien al contrario. Hasta incluso esa motivación les lleva a estudiar mucho. No obstante ese tipo de decisiones prematuras pueden conllevar una inadecuada progresión en muchos casos.
Y aquí tenemos el capítulo siguiente al de “Las prisas”. Al igual que sucede con el aprendizaje, el alumno contempla a profesionales de la guitarra en un entorno próximo y cree que puede serlo del mismo modo, sin pararse previamente a observar la realidad y, sobre todo, cual ha sido la verdadera progresión de esas personas. Solo contemplan el pico del iceberg.
He vivido casos de alumnos que han –literalmente- partido sus vidas por ser profesionales sin tener el nivel de exigencia mínimo, tomándoselo como si de un juego se tratara, o como si fueran a obtener una supuesta titulación académica en la universidad. Esto es peligroso sobre todo para ellos mismos. La guitarra flamenca no es eso, la guitarra flamenca es muy difícil, mucho, y harto complicada por el exceso de exigencia del propio mundo flamenco, entre otras mil cosas.
La experiencia ajena observada indica que el alumno con este perfil comienza por engañarse a sí mismo y prosigue tratando de engañar a los demás. Eso no es la honestidad que hablamos en capítulos anteriores. No es sano. Todos los que optan por este camino han acabado lejos de su pretensión inicial, tocando otras músicas con menor exigencia, generando formaciones acordes a su bajo nivel, imitando a verdaderos profesionales, pegándose a rueda de otros artistas dando una imagen patética para los entendidos, o lo que es peor, abandonando el instrumento con diversas excusas generadas por su propio Señor Ego. Al final siempre es lo mismo. Todos esos caminos no son más que parches generados por la incapacidad. Pero lo triste bajo mi punto de vista es que esas personas eran perfectamente válidas para cumplir su objetivo. El problema surgió cuando quisieron saltarse escalones dentro de su progresión. Y ahí es donde entran factores psicológicos que impulsan al alumno, por ejemplo, a querer demostrar cosas antes de tiempo, a mostrar inadecuadas actitudes de falsas superaciones de problemas, o sobre todo el intentar llegar a actuar por medio de atajos sin tener nivel. Esto no es así.
La Guitarra Flamenca (si, con mayúsculas) es mucho más que eso. Imagino que como con cualquier otro instrumento. Libramos constantemente una pugna contra ese jurado flamenco que uno lleva dentro y a pesar de ello hay que tocar con la libertad que te da la confianza en lo que haces, a sabiendas que es correcto, y sin tratar de engañar a nadie. Puedes fallar en la ejecución o no, pero jamás en el sentimiento, en la esencia. Al final todo se resume en sentir.
El verdadero camino tiene sus fases. Hay que comenzar desde la iniciación más puramente básica como es el conocimiento del instrumento, con sus “rutas” tonales, escalas y redes armónicas, así como el dominio de la técnica flamenca, todo ello combinado con el dominio del compás de los diferentes estilos o “Palos flamencos”. A continuación, y ya desde un punto donde se comienza a dominar todo ello, viene la fase más interesante que consiste en poner a prueba el trabajo inicial, acompañando sobre todo al cante, para progresivamente ir haciéndolo con el baile. Pero si no se acompaña debidamente al cante, si no se conocen los Palos flamencos y sus variantes, si no se entiende de las estructuras de cada “tercio” es imposible tocar bien “diciendo” flamenco. Siempre sonará raro. Se puede tratar de emular, pero a ojos del entendido, un guitarrista que no domine el arte del acompañamiento siempre tendrá carencias (sonará a “guiri”). Una vez se interioriza el acompañamiento al cante surge el baile con su propio lenguaje. Pero con la base del cante todo es más sencillo luego.
Es comprensible que un aficionado a la Guitarra Flamenca se asombre al contemplar las exquisiteces de un guitarrista profesional y quiera emularlo. Lo que no se ve (la parte sumergida del iceberg) es el bagaje que tiene ese músico para poder expresar de ese modo. Tengo alumnos que me dicen, por ejemplo, que les resulta muy interesante tocar falsetas de Moraíto porque son fáciles y no hace falta esforzarse. Nada más alejado de la realidad porque para expresar como Moraíto hay que “mamar” el compás como todo hijo de vecino en Jerez, estar “pasado de compás”, y tocar con esa gracia natural que solo él poseía. Esto es tan solo un pequeño ejemplo, pero me parece más que extrapolable a todo lo demás en la Guitarra Flamenca.
Y ahora te pregunto...
¿Para ti es la cima actuar por encima de todo, aunque sepas que no das la talla? Actuar es un medio. Dar la talla es parte del buen camino.
Qué amas más... ¿El reconocimiento del entendido, del entorno, o el conocimiento suficiente para saber que estás haciendo bien tu trabajo?
¿Sientes lo que tocas, o tocas lo que sientes?
¿Buscas el aplauso para sentirte alguien, o sabes que estás en el camino y el aplauso es secundario?
¿Quieres escalar sin cuerdas, o prefieres aprender antes a escalar?
Te recuerdo que la guitarra tiene seis cuerdas e infinidad de escalas que aprender.
Dice el refrán... “Hay quien toca lo que sabe, y también quien sabe lo que toca”.
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LAS PRISAS
Vivimos en el mundo de la inmediatez. La tecnología nos lo pone fácil. Al final nos acostumbramos y la mente quiere que todo se produzca a la misma velocidad. Ya tenemos aquí a las protagonistas de este post: las prisas. Pero hay placeres que se cocinan a fuego lento. Esos son los buenos (...). El Flamenco es pasión, una pasión que contagia sobre todo a los estudiantes de guitarra. El problema está en uno de los efectos secundarios de una pasión mal gestionada: Nuestras amigas “las prisas”. Eh aquí el enemigo número uno del guitarrista flamenco:
¿Cuántos alumnos con un potencial enorme han visto truncada su progresión por querer resultados rápidos?, ¿Cuántos alumnos han perdido mucho tiempo teniendo que “volver atrás” en sus programas de evolución al saltarse pasos por desear llegar antes a tocar? La respuesta es: muchos. Y hasta cierto punto es comprensible. El alumno tiene muy cerca el Flamenco. Bien por su entorno familiar, por su afición, por la red, por amistades, el estudiante ve a un metro suyo como se ejecutan Palos flamencos con una naturalidad que su mente comprende a la perfección en muchos casos.
Pero claro, llega el momento en el que el profesor le enseña, por ejemplo, a tocar por Tangos. El alumno esboza a trompicones el ritmo. Hasta ahí bien. Pero en ese momento aparece el Señor Ego que le dice al alumno que “ya tocas por Tangos”, cuando realmente no es así. Entonces viene cuando el aspirante a guitarrista flamenco empieza a tocar a una velocidad por encima de su nivel, no coloca bien los acordes, le suenan mal las cejillas, ejecuta incorrectamente rasgueos, golpes, bajadas de pulgar… pero no importa: ¡Está tocando por Tangos! Llegado este punto, comienza el problema. Y es aquí donde el profesor debe hacerle ver al Señor Ego del alumno que todavía no está tocando por Tangos. Está aprendiendo.
Esto, contado a modo de pequeño cuento, es una realidad que sucede en el 90% de los casos. Tan solo es un ejemplo, extrapolable a muchos más. Cuántos alumnos he tenido intentando tocar el fragmento que les voy a enseñar ¡antes de que se lo enseñe! Es increíble. Y siempre fallan, es lógico que se equivoquen porque todavía no lo han aprendido.
El problema surge cuando estas ansias se extienden a toda la forma de tocar, y sobre todo de pensar, del alumno. Ahí se corta la progresión. El alumno ve fuegos artificiales con el primer destello y empieza a querer ser pirotécnico ya.
VÍSTEME DESPACIO QUE TENGO PRISA
¿Quieres aprender a tocar bien la Guitarra Flamenca? Ármate de paciencia, por muchas ansias que tengas. Ve paso a paso. No intentes tocar por buleria el primer día. Entiende que tus manos necesitan un periodo de adaptación al instrumento, tus dedos deben aprender a caminar sobre el diapasón, a atacar sobre las cuerdas, y sobre todo tu cabeza necesita un aprendizaje extra para poner todo en su sitio. Necesitará saber enviar nuevas órdenes a unas manos inexpertas en sincronización, luego en compás, expresión, sonido, etc. ¿Acaso hemos visto alguna vez a un bebé levantarse de la cuna y ponerse a correr los 100 metros lisos? La fórmula es bien sencilla: paciencia, humildad y un buen maestro.
¿Y porque he citado la humildad? Es bastante común el perfil del alumno que viene a clase queriendo perfeccionar su toque. Tiene un nivel medio-bajo. Esboza ritmos con cierta destreza, ejecuta falsetas de modo ligeramente incorrecto, pero quiere mejorar ya que es consciente de que algo le falta. Hasta ahí es todo lógico. Pero al recibir la clase de perfeccionamiento suele suceder con bastante frecuencia que nos encontramos con un enemigo invisible que les impide avanzar: la falta de humildad. Y aquí quiero matizar bien porque es difícil de explicar. El alumno con este perfil no es que sea un engreído, ni mucho menos. En realidad él es víctima. Muchos ya han hecho alguna actuación pública, o han sido jaleados en su entorno. Esto es peligroso para el alumno si no sabe posicionarse de nuevo en modo estudiante. Cuesta hacerlo, y lo entiendo. Si se consigue “bajar” al modo “aprendiz” es cuando la progresión se da. En caso contrario la situación puede generar el estado de frustración.
Como anécdota, o reseña acerca de este tema contaré que en ocasiones he estado compartiendo música en veladas, camerinos, o viajes con guitarristas de primer nivel, y lo que más me ha asombrado ha sido su enorme humildad. Mis ojos han presenciado como parecía un crío de diez años un enorme guitarrista que ha puesto de pie a teatros enteros, poniendo los dedos igual que un principiante mientras aprendía una secuencia de acordes, sin rubores, sin importarle que alguien viera que se equivocaba al poner un dedo mal. En este otro ejemplo sí que daré nombres, porque es amigo de la infancia: Hicimos una grabación para una buleria de un disco de El Pety y producción contactó con Javier Latorre para que pusiera los pies sobre una música. Javier llegó al estudio, pidió al técnico la repetición constante del trozo donde debía hacer su taconeo, lo escuchó mucho en silencio, y me quedé asombrado de como desmenuzaba la falseta en su mente, para más tarde crear lentamente –paso a paso- su zapateado y el remate final. Lo hacía como si fuera un estudiante de baile, despacio, viendo como encajaba todo. En ese momento también volví a ver al niño de diez años. Le dijo al técnico que ya lo tenía. Se puso los auriculares, comenzó a bailar sobre la música y quedó sublime ¡A la primera! El ejemplo de Javier Latorre es bastante significativo, ya que es un artista reconocido, con muchísima personalidad y carácter, y verle en esa actitud de “aprendiz” me dejó muy sorprendido. Con ello quiero constatar con ejemplos la característica común de los grandes artistas: la humildad para asimilar conceptos. Esto es muy grande y me hizo reflexionar acerca de la grandeza de la humildad. Por eso quiero compartirlo.
La paciencia ayuda, y mucho. El estudiante paciente será capaz de evolucionar sus técnicas hasta el límite que su naturaleza le imponga si lo hace progresivamente. Si analizamos la progresión de un picado, por ejemplo, debemos partir del aspecto más puramente físico que es la colocación de la mano, el ataque a las cuerdas de cada dedo y la sincronía entre pulsaciones. Es como una coreografía. Ahora bien, si esa mano no tiene la agilidad ni musculatura mínima y se empieza tocando a mayor velocidad de lo pertinente estamos abocados irremediablemente a vicios posturales con las consecuentes lesiones futuras (y ni hablo ya de las roturas de uñas). Ahora bien, si se parte de una colocación adecuada, con ataques progresivos a cuerdas, de menos a más (en intensidad y velocidad) la mano se va fijando automáticamente a esa posición y poco a poco se va formando la musculatura adecuada al nivel de progresión del alumno. Se genera el automatismo y ya no será necesario nunca más trabajar ello porque la mente, las manos y los dedos lo han interiorizado. A partir de aquí la práctica con metrónomo dará fácilmente alas a la ejecución con ejercicios, falsetas, escalas, etc.
Toda la bibliografía sobre las lecciones que recibió Paco de Lucía sobre su aprendizaje (Poren, Juan José Téllez, y artículos de prensa) coincide en el método de Antonio Sánchez Pecino –su padre- de enseñanza. La premisa fundamental de su aprendizaje fue el fundamento técnico y colocación. Paco de Lucía ya conocía el Flamenco antes de tocar, pero su padre no le permitió ejecutar nada hasta que no lo trabajara bien. Imagino a Paco de Lucía muerto de ganas por tocar por bulerías y a su padre corrigiéndole la colocación de la mano derecha, por ejemplo. En el fondo igual lo que le estaba corrigiendo era la gestión de las prisas.
En este artículo me he centrado en la concienciación de la negatividad de las prisas en el aprendizaje y su importancia en la progresión técnica. Ahora bien, la técnica es clave para dar los primeros pasos en la guitarra para luego, una vez interiorizada, olvidarse de ella. Este concepto debe quedar bien claro porque luego, donde termina la técnica... comienza el arte.
Y tú, ¿cómo vas de prisas?
¿Quieres tocar por bulerías en dos días?
¿O acaso quieres tocar bien y que te suene bien flamenca tu guitarra?
P/D: Muchas gracias a todas las personas que me estáis contestando por email dándome vuestra opinión sobre los artículos del blog. Estoy muy sorprendido por la gran cantidad de correos que voy recibiendo, y más todavía por la aceptación que está teniendo. No pretendo más que aportar mis conocimientos y experiencia en materia docente del modo más práctico posible.
Mis sinceros agradecimientos.
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LAS LESIONES
Siempre que veo a un músico, ya sea guitarrista o no, lo primero que pienso es en la cantidad de vida que se ha dejado esa persona con su instrumento. Es inevitable. A la vez que también pienso en la cantidad de lesiones que seguro ha padecido y seguramente seguirá padeciendo, hasta inclusive las que tendrá de modo crónico. Es uno de los sinos del músico.
El principal talón de Aquiles del guitarrista es la espalda, pero no el único. También las articulaciones, brazos, manos y piernas. Hernias discales, nervios ciáticos, sobrecargas musculares y esguinces es lo más frecuente. Capítulo aparte merece la Distonía focal, que es más bien un problema neurológico, donde los dedos se nos “rebelan” bloqueando la orden que le da nuestra mente para ejecutar un movimiento, quedándose rígidos.
Por ello incido mucho en una buena colocación temprana: una buena postura del cuerpo, brazos, antebrazos, muñeca, manos y dedos. Sobre esa base se debe iniciar el aprendizaje, y toda ejecución debe estar supeditada a una buena colocación. A continuación está la “postura emocional”, esto es, la actitud con la que tocamos: si lo hacemos forzando lo único que conseguiremos es una ejecución antinatural y futuras lesiones; pero si nuestra actitud es relajada será todo lo contrario. Claro, todo esto hay que trabajarlo desde el principio. Por ello es conveniente una aceptación del nivel que tenemos en ese momento y no tratar de saltarnos procesos. Hay que entender que las manos, sobre todo los dedos, van a tener que ser sometidos a unos nuevos movimientos donde van a entrar en acción nuevas ejecuciones que van a necesitar ser musculadas desde cero. Todas estas nuevas ejecuciones deben tener una progresión paulatina hasta lograr formar parte del repertorio de movimientos automatizados.
Nos preguntaremos que son los automatismos, lógicamente. Esto es importante entenderlo. Cuando un movimiento se repite adecuadamente durante 300 veces, pasa de ser un movimiento ordenado por la mente a ser un movimiento automático. Me explico: si queremos coger un vaso de una mesa nuestro cuerpo acerca el brazo, lo extiende, abre la mano, hace la pinza entre pulgar y el resto de dedos y coge el vaso. En realidad la orden que nuestra mente ha dado a nuestro cuerpo es “coge el vaso”, y nuestro brazo ha hecho automáticamente el resto de movimientos. Con la guitarra sucede igual. Queremos hacer un rasgueo, que acabe con golpeo en tapa y luego subamos el índice. No tenemos más que ordenarlo a la mano y ella lo hace sin pensar en los sub-movimientos que implica. Pero claro, antes hay que trabajar bien el flujo de información de la mente a los dedos para que éstos lo ejecuten limpiamente de modo automático. Es tan solo un ejemplo. Repito: clave el aspecto postural y emocional.
En realidad, todo esto no es más que un reflejo de la vida misma. Cuando forzamos una relación presionando (consciente o inconscientemente) la actitud de otra persona, puede que funcione durante un tiempo pero tarde o temprano el equilibrio se quiebra. Pues la relación instrumento-músico no deja de ser lo mismo, salvo que aquí las desavenencias se traducen en lesiones. Es conveniente establecer desde el principio un trato recíproco entre los dos. El guitarrista debe comprender la física de su instrumento, tanto sus tensiones, como su preciso punto de sonoridad para cada timbre, hasta conocer los peligros derivados del clima.
LA PULSACIÓN
Es de suma importancia que cada guitarrista consiga llegar al punto óptimo de pulsación. Conseguirlo es encontrar el punto de equilibrio entre la fuerza, tensión y colocación de mano derecha del guitarrista al pulsar las cuerdas. Ni muy flojo, ni muy fuerte. Donde la guitarra te devuelve su sonido sin ahogarla, ni tampoco por debajo de su sonido. Con una pulsación en la que el guitarrista se sienta cómodo y ejecute sonidos de modo natural no solo se optimiza el sonido sino también es garantía de una buena salud anti lesiones. Y como consecuencia, también evitamos tensiones emocionales. El intérprete que tiene automatizada su pulsación no necesita forzar para conseguir nada porque su pulsación es su lenguaje. Y bueno, aquí entrarían en acción factores psicológicos que merecerían capítulo aparte, pero lo resumo en una frase: “Somos como tocamos y no podemos tocar como no somos”.
Otro aspecto a tener en cuenta dentro de la pulsación es la elección adecuada del juego de cuerdas que le vamos a poner a nuestra guitarra.
LAS CUERDAS
A veces creemos que usando la misma marca de cuerdas que usa cierto guitarrista importante vamos a tocar igual: ERROR. Por eso es conveniente ir aprendiendo a tener criterio.
Antes que nada, y dejando siempre de lado las marcas, hay que dejar claro que cada fabricante tiene (o al menos debe tener) tres tipos de cuerdas de cada modelo por su tensión: fuerte, media, y blanda. A su vez, también hay que saber que las guitarras se construyen también con varios tipos de tensión (no confundir con la altura del hueso del puente). Y luego, por supuesto, está nuestra pulsación. El tipo de tensión de las cuerdas es lo da el toque final al equilibrio entre guitarra y guitarrista en materia de pulsación.
Voy a poner un ejemplo. Si tenemos una guitarra que ya de por sí es dura, y nuestra pulsación es normal, lo que equilibraría todo sería un juego de cuerdas de tensión blanda. La jugada consiste en buscar el punto intermedio.
Y con respecto a la marca de cuerdas, aquí no voy a entrar en el juego de marcas pero sí que al menos puedo explicar varios conceptos. De entrada, es un tema muy susceptible de difícil normalización. Mi consejo es ir probando hasta que se encuentre el juego que mejor se adapte a los gustos del guitarrista. Varios aspectos a tener en cuenta:
Homogeneidad: En un juego de cuerdas homogéneo no hay cuerda que destaque sobre las demás. Sus calibres son adecuados para que no haya saltos entre primas y bordones. Mantienen bien la afinación en todo el juego. Suelen ser más longevos y mantienen la afinación.
Longevidad: Normalmente se tiene más en cuenta en los bordones que en las primas. Hay juegos de cuerdas que nos deslumbran nada más ponerlos pero al poco tiempo se apagan. Sin embargo hay otros que no son tan espectaculares de entrada pero que mantienen su brillo durante más tiempo.
Afinación: Aquí depende mucho un buen calibrado del fabricante. Si el calibre se mantiene bien después de poner las cuerdas es muy probable que afinen bien siempre las cuerdas. De todas formas me he encontrado con algún que otro juego con grandes problemas a la hora de afinar pasados unos días.
Timbre: Aquí entra mucho en juego el material de la cuerda. Las hay de carbono, u otros componentes diferentes al habitual nylon de siempre. Así como el calibre, que consigue una notable variación en el tono en función del grosor.
Estabilidad: He aquí el talón de Aquiles de más de un fabricante, donde la 4ª (hasta incluso la 5ª) se rompe con suma facilidad. Entre guitarristas, son marcas que sabemos de ese problema y difícilmente las compramos.
Tacto: Esto es fundamental. Una cuerda con un tacto áspero suele ser bastante desagradable. Sin embargo una cuerda bien pulida hace que el dedo pulse con más sensibilidad y convierta en atractiva su pulsación.
Me he puesto a escribir sobre cuerdas y me he salido del guion. Pero es que todo lo relativo a la guitarra es que me fascina. Escribo y no paro. Espero no haberme lesionado con tanta explicación, que era el motivo de éste artículo. Pero es que tiene mucha conexión el tema de las lesiones con la pulsación, y para explicar la pulsación era necesario hablar de las tensiones del encordado. Digamos que hemos hecho un 3x1.
Y ahora llega el momento de las reflexiones finales:
¿Te has lesionado alguna vez por tu forma de tocar?
¿Conoces a alguien que se haya lesionado?
¿Qué juego de cuerdas usas, y por qué?
La reflexión es un buen camino para mejorar.
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COMO ENSAYAR
Llega el momento guitarra ¡Qué bien! Nos sentamos, abrazamos a ella y comenzamos a emborracharnos de su sonido. Vamos de un lado para otro tocando acordes, melodías y pequeños fraseos. Empieza el encantamiento. Nuestra mente comienza a soñar despierta y nos tiramos un buen rato así. Pasado un rato miramos el reloj y nos damos cuenta que sus agujas han volando mientras nosotros hemos estado trasteando. Nos da la sensación de haber malgastado esa hora. Luego nos preguntamos si hemos hecho lo adecuado porque queríamos mejorar nuestro arpegio (por ejemplo) pero nos hemos quedado embobados tocando. Conclusión: hemos perdido el tiempo...
Últimamente cada vez parece que tenemos menos espacio para estudiar la guitarra, a la vez que no todo el mundo disponemos del que desearíamos. Por eso es conveniente optimizar el tiempo de estudio de la mejor manera posible. Aquí juega un factor importante la concentración. Siempre lo digo: “una hora de estudio concentrado vale más que tres horas tocando de modo disperso”. Una buena planificación es fundamental.
Hoy en día tenemos bastantes “enemigos” que nos impiden un correcto estudio. Por ello, antes de estudiar guitarra deberíamos dejar de lado o desconectar todo lo que nos pueda descentrar. A partir de ahí es clave una buena programación, distribuyendo el tiempo entre calentamiento, técnica, asimilación de las nuevas materias, ejecución de las recientemente asimiladas, y práctica de canciones.
Como norma general lo primero debe ser contar con una banqueta o silla específica para el estudio, con la altura adecuada para que la pierna izquierda haga un ángulo de 90 grados teniendo como vértice la rodilla al apoyar el pie. Para la guitarra flamenca podemos apoyar el pie derecho en un reposapiés, o cualquier accesorio que levante el instrumento. Lo importante es que la espalda esté lo más recta posible. Y sobre los accesorios para el estudio, fundamental el uso del metrónomo, así como un espejo para observar la debida colocación de manos. Siempre hay que limar bien las uñas antes de comenzar para evitar desgarros o micro roturas.
Tener un buen plan de estudio lo es todo, tanto, como saber cual es el objetivo. No es lo mismo un estudio para mejorar el arpegio que para dominar un tema entero, ni para “entrar a compás” unas variaciones, que otro para aprender una canción nueva. Propongo el siguiente plan, de resultados contrastados.
Este sería el óptimo para un estudio/práctica de una hora:
Físico (5 minutos)
Con una buena metódica, comenzaríamos haciendo breves estiramientos de espalda, brazo, muñeca y dedos. Esto es fundamental porque la concentración en hacerlo ya nos va despejando la mente de pensamientos y rutinas del día, para ir entrando en “modo guitarra”. Por supuesto es ideal para la tonificación de las manos. No es necesario emplear más de cinco minutos en esto. Con un ejercicio de cada es suficiente. Trato de explicarlos brevemente:
Guitarra. Calentamiento (5 minutos)
Debemos mentalizarnos que hay que ir de menos a más. Lo primero siempre sería ir despertando los dedos con pequeños ejercicios básicos de técnica en picado, arpegios, trémolo, pulgar y rasgueos. Recomiendo encarecidamente hacerlo con metrónomo. La clave está en estos dos aspectos:
Guitarra. Estudio (15 minutos)
Llegados a este tercer punto estaremos listos para estudiarnos, comprender, aprender y tratar de dominar las materias aprendidas recientemente. Sobre este apartado debo explicar que para poder pasar una falseta, por ejemplo, de fase “la tengo recién aprendida” a la de “la toco de modo natural” es conveniente saber que hay que entender primero lo que se va a aprender, escucharlo varias veces (todo esto sin tocar la guitarra, solamente escuchando), saber dónde están los acentos, hasta incluso “cantarla” un poco. Esto favorece mucho aprenderlo bien. A continuación ya podemos ir –poco a poco- digitando. Un buen aprendizaje de un pasaje es garantía de dominio de por vida. Las músicas y sus digitaciones se quedan grabadas en la memoria muscular de un modo sorprendente. Por eso es conveniente aprender todo sin prisa, haciéndolo correctamente. Ya se tocará sobradamente con el tiempo. Tengo la experiencia de muchos alumnos que quieren tocar lo que les enseño de modo automático, rápidamente, como si una vez supieran donde van los dedos quisieran tocarlo como yo. Es un grave error porque nunca avanzarán y siempre lo tocarán como el primer día. El ejemplo más claro sucede con el comienzo del fraseo de Entre dos aguas. Siempre pasa lo mismo, el alumno lo aprende y automáticamente quiere tocarlo a la velocidad del disco, lo repite y acaba atascándose. Me resulta gracioso. Pero a la vez lo comprendo (todos somos unos soñadores en el fondo). Interpretar ese pasaje es algo así como tocar el cielo durante unos compases.
Guitarra. Práctica (35 minutos)
Mi consejo es dejar un espacio de tiempo entre el estudio y la práctica. Un café, levantarse un rato y volver para practicar composiciones. Se cierra la puerta de una parte del cerebro, y se abre otra donde se conjuga la mente, el corazón y las manos. Metrónomo, bases de compás y a practicar. Si el tema no lo tenemos todavía dominado al 100% recomiendo bajar la velocidad para que sea asimilado mejor. Aconsejo tres repeticiones por composición, cada una a un tempo diferente. Con el paso de los días, podremos ir bajando las repeticiones a medida que el automatismo sea mayor. Este método es infalible. Lo aprendí con quince años por medio de un guitarrista italiano que tocaba diabólicamente. Mi primera práctica con éste sistema fue con las Zardas de Monty, en la versión que hizo Paco de Lucía. Los resultados fueron sorprendentes. Recuerdo que aquel músico me dijo que tuviera paciencia, que aunque viera que volara no sobrepasara el tempo y que cada día lo haría más rápido. Imaginaos, con esa edad creía tener la lámpara mágica de Aladino. Luego lo he aplicado de por vida a todo y es algo que tengo automatizado. La clave es el tempo en las prácticas: primera vez lento, segunda medio, tercera más ligero. Al día siguiente comenzamos con la velocidad media del día anterior, y así progresivamente. Ya me direís...
Resumo entonces la práctica diaria en tres aspectos: el físico (5 minutos +/-), el técnico (20 minutos +/-) y el del sentimiento (35 minutos +/-). Si lo conjugamos bien tenemos la fórmula.
Hay que tener en cuenta que éste plan de estudio sería el adecuado para un guitarrista de perfil medio, esto es, que está entre el principiante y el avanzado. Cada nivel exige un planteamiento diferente en función de su nivel y, sobre todo, el tiempo que disponga.
Y sobre consideraciones a la hora del estudio, hago incidencia en la velocidad. Es importante no saturarse con la velocidad porque corremos el riesgo de rotura de uñas y, lo peor, sobrecargas físicas (manos, muñecas y espalda). La velocidad es un plus que añadimos a la interpretación para mostrar un virtuosismo que tiene muchas veces un alto coste. Hay que saberlo gestionar bien porque no siempre vale la pena. Observo a muchos guitarristas que invierten mucho tiempo y esfuerzo en correr, dejando de lado muchos otros aspectos valiosos. Es algo que comprendo perfectamente, porque en su momento yo también lo viví, pero en perspectiva mi consejo es que “tocar bien” es mucho más que “ser veloz”. A fin de cuentas, de lo que se trata es de sentir, de expresar, y de ser feliz.
Ahora plantéate...
¿Realmente estudias bien, simplemente pasas el rato tocando aleatoriamente, o tocas siempre igual lo mismo?
Si estudias bien tienes garantizada una buena progresión. Si pasas el rato tocando aleatoriamente, no está mal si lo que quieres es disfrutar sin ninguna pretensión más. Ahora bien, difícilmente progresarás. Si tocas siempre igual pero no te preocupas de aprender a tocar mejor puede que acabes aburrido. Como siempre digo, todo depende de lo que uno desea, porque el tocar bien está en nuestras manos, nunca mejor dicho.
Y ahora llega el momento de mi pregunta reflexiva...
Si tuvieras una máquina del tiempo exclusivamente para regresar a esos momentos donde perdiste el tiempo con la guitarra, ¿volverías a hacerlo igual, o tal vez tratarías de optimizar mejor aquel tiempo perdido?
Que sepas que esa máquina existe, y se llama REALIDAD. Y tu realidad es que aun estás a tiempo de hacer las cosas bien, si quieres. Todo está en proponérselo.
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LA MAQUINA DE COMPETIR
¿Os habéis fijado en el diapasón de una guitarra? Es un sendero que comienza anudando su cordón umbilical en el clavijero ¿Poético verdad? Pues lo que sigue es metafórico: comienza en un largo camino lleno de obstáculos, a los que llamamos trastes, con el objetivo de conectar con el corazón del intérprete antes de expulsar el sonido al universo a través de la boca.
Todo ese proceso que en la guitarra es instantáneo, como el colacao, puede acabar siendo amargo, como el café, si con el tiempo no lo sabemos gestionar. Siempre he dicho que a mitad del diapasón hay vericuetos ocultos, llenos de recovecos y trampas. El objetivo es llegar hasta el final saltando los obstáculos. Los más importantes tienen que ver con el aspecto físico, y sobre todo, mental. Uno es consecuencia del otro.
Cuando nuestro cuerpo nos envía avisos es que algo no estamos haciendo bien. Las lesiones son una constante en la vida del músico. Nos lesionamos por un incorrecto aprendizaje, por vicios posturales y por un inadecuado planteamiento mental de nuestra realidad. Y ahí es donde quiero llegar. Al segundo aspecto.
LA SALUD MENTAL DEL GUTARRISTA
Qué bien me he quedado cuanto he puesto este subtítulo en mayúsculas. De sobra es conocido en el mundo del Flamenco la cantidad de guitarristas con trastornos mentales, así como los que padecen distonía focal, hasta incluso quien ha padecido miedos escénicos. En otras músicas me consta que sucede exactamente igual.
Llega un punto en la progresión del guitarrista en el que se alcanza cierto nivel (o al menos eso se cree uno) y se auto impone una exigencia. Esa exigencia lleva, en casos, a marcarse unos objetivos de ensayo, rutinas y actitudes que rompen el equilibrio personal. A partir de ese momento surgen los ataques de ego, crisis existenciales, lesiones, depresiones, y un sinfín de patologías variadas. Y ni hablo ya del pozo de las vanidades que supone la presencia mediática en las redes sociales.
Resulta complicado a veces confundir el aplauso al músico con el reconocimiento a la persona, y más, cuando no se está preparado mentalmente para ello. El artista es un divo en escena por naturaleza pero no siempre se entiende bien la importante metáfora que supone bajar las escaleras del escenario y pisar tierra. De las nubes al suelo. Por eso es muy importante estar siempre supervisado por una persona de calidad, que nos guíe periódicamente, que nos recuerde de dónde venimos y que nos impida despojarnos de la ilusión con la que comenzamos a tocar.
Y llegados a este punto, aparece “la competición”. Aquí es donde se confunde la música con el deporte, donde se ve quien ama la guitarra o la utiliza. Y no solo hablo del guitarrista, sino de ese enjambre de pseudo aficionados que confunden al inexperto, comparando unos con otros, sin verdaderos argumentos. Puedo constatar varios ejemplos de personas ilusionadas con la guitarra que han sido literalmente anuladas por culpa de comentarios comparativos. Eso es muy lamentable.
A ver, estamos hablando de guitarra, de música. Nadie es más que nadie, y viceversa. Lo que realmente importa es expresar, decir lo que cada uno lleva en su interior, echar afuera sentimientos y vivencias de la mejor forma que podamos. En el momento se entra en el juego de la comparación se ha perdido la batalla. Dejamos de ser auténticos, convirtiéndonos en máquinas de competir y no en músicos. Con frecuencia se manejan términos como “el mejor” cuando se quiere decir “el que más me gusta”. La música y el sentimiento no se cuantifican. Seamos serios.
El énfasis lo pongo en un planteamiento sano, en el amor puro hacia la guitarra, hacia la música, sin distorsiones. Si nuestra mente está limpia de comparaciones, envidias y tonterías varias, tenemos el terreno abonado para una vida guitarrística plena. En ese estado nos fascinará ver a alguien que toca de maravilla, a la vez que sentiremos empatía por quien tal vez esté un poco por debajo de nuestro nivel. Todo es sano y, lo que es mejor todavía, podremos crecer con facilidad. El músico que “se lo tiene creído” nunca avanza. Por el contrario, el humilde puede explotar su potencial. Y no hablo de esa “falsa humildad” imperante muchas veces en el mundo flamenco, sino de la humildad real, de corazón para adentro.
La guitarra es una carrera de fondo. Llega el que mejor sabe manejar su realidad.
Nota:
Éste articulo va dedicado a varias personas que han alimentado mis conocimientos gracias a su experiencia. Casi todos son o han sido alumnos míos, a quienes agradezco su amistad y confianza.
Antonio, gran preparador físico que dejó la alta competición para tocar bulerías.
José, que tan bien toca la guitarra y tanto mal le hizo su tío comparándolo con su primo.
Dani, que superó una distonía focal gracias a encontrarse consigo mismo.
Vicente, que tenía unas grandes condiciones pero decidió equilibrar la guitarra con su vida.
Joaquin, que solo cogía la guitarra para actuar y acabó perdiendo la ilusión.
Guillem, que gracias a la guitarra pudo rehacer su vida (tal cual lo cuento).
Floriane, que comprendió que la guitarra es más profunda que la imagen propia.
Luis, que llegó a ser feliz en el escenario viendo disfrutar a la gente.
Eva, artista íntegra, que enriqueció sus directos gracias a la técnica flamenca.
Miguel, que fue víctima de la frustración de su padre y acabó con depresión.
Podría nombrar a decenas más, pero ni son todos los que están... ni viceversa.
Ahora observa el diapasón de tu guitarra y pregúntale cual es tu perfil:
¿Soñador?
¿Un mercenario?
¿Acaso... aficionado?
¿Me escondo detrás de la guitarra?
¿Disfruto a solas tocando la guitarra en mi casa?
¿Toco la guitarra solamente en reuniones con amigos?
¿Gracias a la guitarra puedo ganar dinero aunque no tenga nivel?
¿Para mí la guitarra es una forma de vida donde la necesito para ser alguien?
¿La guitarra complementa toda la riqueza que tengo en mi vida y le da un sentido especial?
¿La guitarra me evade de una realidad que no me llena y me hace sentir que vivo?
¿La guitarra me conecta con un mundo que solamente existe en mi fantasía?
¿Me siento importante subiendo fotos tocando en las redes sociales?
¿Abrazo la guitarra y soy la persona más feliz del mundo entero?
Me apunto a ésta última ¿Y tú?
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ERES COMO TOCAS
¿Nunca os habéis fijado en la postura de un guitarrista en concreto? La posición del instrumentista, sus gestos, o su mirada, hablan mucho de esa persona. El guitarrista que se recoge en torno a la guitarra se está evadiendo del mundo, sumergiéndose en su instrumento; el presuntuoso es como un niño pequeño con su juguete, hace muchos aspavientos y trata de hacerse notar; el que disfruta te lo transmite rápidamente, el que sufre también, el que busca la aprobación ajena no para de mirar al público, el miedoso se esconde, el tramposo trata de engañar con efectos. Como la vida misma. Por eso hago mucho hincapié con los alumnos hacia una introspección constante por su parte, ya que ese aspecto ayuda considerablemente a lo que yo denomino como “la felicidad del guitarrista”, que no es más que saberse manejar entre los parámetros de las posibilidades individuales.
Más de treinta años de enseñanza me han mostrado variedad de estereotipos de alumnos. Podría relatar muchos, y diversos. Recuerdo un chico joven que vino a clase acompañado de su padre, quien no paraba de hablar de las excelencias de su hijo en materia de virtuosismo. Tenía unas condiciones bárbaras, pero lleno de vicios posturales, sacrificando a la vez limpieza por velocidad. Era como un cohete con la rampa de lanzamiento torcida. Le expuse a padre e hijo mi opinión: el chico debía remozar varios aspectos muy básicos antes de continuar. Duró una clase. Con el tiempo coincidí con ellos en un festival flamenco. El hijo no era ni sombra de lo que había visto años atrás. No llegaba a ser ni mediocre. Lo triste era observar que los dos estaban enfadados con el mundo, justificando la falta de progresión profesional del chico por culpa de los demás. Una pena, la verdad, porque el hijo tenía un potencial enorme y a pesar de la paterna insuflación de ego, era buen chico.
Pero el ejemplo más clarificador es el de Jorge, un alumno al que tengo especial estima, por su personalidad y sobre todo por lo bien que ha sabido manejarse con su realidad. Jorge no tenía manos de guitarrista, para nada. Era agricultor, con dedos muy callosos y de carácter rígido pero a la vez era una persona muy noble. Se encomendó totalmente a las lecciones, con el firme propósito de “tocar cuatro cositas” que le hicieran sentirse bien tocando flamenco. Lo vi sufrir en clase, con dedos temblorosos, pero con el carácter firme: “tu tranquilo, que esto lo saco adelante, Samora”, decía siempre. Sus ganas por aprender rompieron la rigidez, y sobre todo su nobleza cuando reconocía cuanto le costaba todo. Tuvo un gran aliado: la ilusión. Fue disciplinado y ensayaba todas las tardes varias horas. Se armó de paciencia haciendo todo el trabajo de técnica muy concentrado. Llegó a tocar muy bien. Si, con cierta rigidez, pero fue feliz tocando por Soleá, Fandangos, Malagueñas o Alegrías, por poner varios ejemplos. Supo manejarse y “navegar” entre sus limitaciones. El mismo desechaba “falsetas” de especial dificultad para sus manos, por mucho que le gustaran. Pero a la vez disfrutaba mucho con las que sabía que iba a poder dominar. Y así, poco a poco, fue creando su propio repertorio. Música acorde para si mismo, como un traje a medida. Ahí creció mucho. Sin proponérselo ni darse cuenta, acabó actuando en público acompañando al cante y haciendo algún que otro solo de guitarra de vez en cuando. Jorge me dio una gran lección a mí: a su profesor. Me enseñó que todos podemos lograrlo. Fue una muestra más que la felicidad tocando no se limita más que a disfrutar de lo que haces, dejando de lado lo que esa parte de tu mente te machaca exigiéndote lo que no eres.
Con estos dos ejemplos trato de exponer el concepto principal de este artículo. Igual que andamos, nos vestimos, hablamos o gesticulamos como consecuencia de nuestro carácter, de igual modo tocamos la guitarra. Por ello es muy importante ser consecuente a la hora de expresar con la guitarra. Consecuente con lo que realmente somos, sin tratar de surcar por caminos donde otros si que les resulta natural, pero no a nosotros. Esa es la esencia: la honestidad del músico ¿Qué más da si otros hacen algo que nos resulta a nosotros todo un mundo conseguir? Lo importante en realidad está en nosotros, los guitarristas que amamos el instrumento por encima de todo. Y que salga lo que tenga que salir, pero de modo auténtico. Porque en ello está la verdadera esencia.
Y para cerrar el artículo de hoy planteo un par de reflexiones. Contéstate en tu interior, con honestidad ¿Por qué tocas la guitarra?, ¿Para qué tocas la guitarra?
A fin de cuentas... eres como tocas.