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COMO ENSAYAR
Llega el momento guitarra ¡Qué bien! Nos sentamos, abrazamos a ella y comenzamos a emborracharnos de su sonido. Vamos de un lado para otro tocando acordes, melodías y pequeños fraseos. Empieza el encantamiento. Nuestra mente comienza a soñar despierta y nos tiramos un buen rato así. Pasado un rato miramos el reloj y nos damos cuenta que sus agujas han volando mientras nosotros hemos estado trasteando. Nos da la sensación de haber malgastado esa hora. Luego nos preguntamos si hemos hecho lo adecuado porque queríamos mejorar nuestro arpegio (por ejemplo) pero nos hemos quedado embobados tocando. Conclusión: hemos perdido el tiempo...
Últimamente cada vez parece que tenemos menos espacio para estudiar la guitarra, a la vez que no todo el mundo disponemos del que desearíamos. Por eso es conveniente optimizar el tiempo de estudio de la mejor manera posible. Aquí juega un factor importante la concentración. Siempre lo digo: “una hora de estudio concentrado vale más que tres horas tocando de modo disperso”. Una buena planificación es fundamental.
Hoy en día tenemos bastantes “enemigos” que nos impiden un correcto estudio. Por ello, antes de estudiar guitarra deberíamos dejar de lado o desconectar todo lo que nos pueda descentrar. A partir de ahí es clave una buena programación, distribuyendo el tiempo entre calentamiento, técnica, asimilación de las nuevas materias, ejecución de las recientemente asimiladas, y práctica de canciones.
Como norma general lo primero debe ser contar con una banqueta o silla específica para el estudio, con la altura adecuada para que la pierna izquierda haga un ángulo de 90 grados teniendo como vértice la rodilla al apoyar el pie. Para la guitarra flamenca podemos apoyar el pie derecho en un reposapiés, o cualquier accesorio que levante el instrumento. Lo importante es que la espalda esté lo más recta posible. Y sobre los accesorios para el estudio, fundamental el uso del metrónomo, así como un espejo para observar la debida colocación de manos. Siempre hay que limar bien las uñas antes de comenzar para evitar desgarros o micro roturas.
Tener un buen plan de estudio lo es todo, tanto, como saber cual es el objetivo. No es lo mismo un estudio para mejorar el arpegio que para dominar un tema entero, ni para “entrar a compás” unas variaciones, que otro para aprender una canción nueva. Propongo el siguiente plan, de resultados contrastados.
Este sería el óptimo para un estudio/práctica de una hora:
Físico (5 minutos)
Con una buena metódica, comenzaríamos haciendo breves estiramientos de espalda, brazo, muñeca y dedos. Esto es fundamental porque la concentración en hacerlo ya nos va despejando la mente de pensamientos y rutinas del día, para ir entrando en “modo guitarra”. Por supuesto es ideal para la tonificación de las manos. No es necesario emplear más de cinco minutos en esto. Con un ejercicio de cada es suficiente. Trato de explicarlos brevemente:
Guitarra. Calentamiento (5 minutos)
Debemos mentalizarnos que hay que ir de menos a más. Lo primero siempre sería ir despertando los dedos con pequeños ejercicios básicos de técnica en picado, arpegios, trémolo, pulgar y rasgueos. Recomiendo encarecidamente hacerlo con metrónomo. La clave está en estos dos aspectos:
Guitarra. Estudio (15 minutos)
Llegados a este tercer punto estaremos listos para estudiarnos, comprender, aprender y tratar de dominar las materias aprendidas recientemente. Sobre este apartado debo explicar que para poder pasar una falseta, por ejemplo, de fase “la tengo recién aprendida” a la de “la toco de modo natural” es conveniente saber que hay que entender primero lo que se va a aprender, escucharlo varias veces (todo esto sin tocar la guitarra, solamente escuchando), saber dónde están los acentos, hasta incluso “cantarla” un poco. Esto favorece mucho aprenderlo bien. A continuación ya podemos ir –poco a poco- digitando. Un buen aprendizaje de un pasaje es garantía de dominio de por vida. Las músicas y sus digitaciones se quedan grabadas en la memoria muscular de un modo sorprendente. Por eso es conveniente aprender todo sin prisa, haciéndolo correctamente. Ya se tocará sobradamente con el tiempo. Tengo la experiencia de muchos alumnos que quieren tocar lo que les enseño de modo automático, rápidamente, como si una vez supieran donde van los dedos quisieran tocarlo como yo. Es un grave error porque nunca avanzarán y siempre lo tocarán como el primer día. El ejemplo más claro sucede con el comienzo del fraseo de Entre dos aguas. Siempre pasa lo mismo, el alumno lo aprende y automáticamente quiere tocarlo a la velocidad del disco, lo repite y acaba atascándose. Me resulta gracioso. Pero a la vez lo comprendo (todos somos unos soñadores en el fondo). Interpretar ese pasaje es algo así como tocar el cielo durante unos compases.
Guitarra. Práctica (35 minutos)
Mi consejo es dejar un espacio de tiempo entre el estudio y la práctica. Un café, levantarse un rato y volver para practicar composiciones. Se cierra la puerta de una parte del cerebro, y se abre otra donde se conjuga la mente, el corazón y las manos. Metrónomo, bases de compás y a practicar. Si el tema no lo tenemos todavía dominado al 100% recomiendo bajar la velocidad para que sea asimilado mejor. Aconsejo tres repeticiones por composición, cada una a un tempo diferente. Con el paso de los días, podremos ir bajando las repeticiones a medida que el automatismo sea mayor. Este método es infalible. Lo aprendí con quince años por medio de un guitarrista italiano que tocaba diabólicamente. Mi primera práctica con éste sistema fue con las Zardas de Monty, en la versión que hizo Paco de Lucía. Los resultados fueron sorprendentes. Recuerdo que aquel músico me dijo que tuviera paciencia, que aunque viera que volara no sobrepasara el tempo y que cada día lo haría más rápido. Imaginaos, con esa edad creía tener la lámpara mágica de Aladino. Luego lo he aplicado de por vida a todo y es algo que tengo automatizado. La clave es el tempo en las prácticas: primera vez lento, segunda medio, tercera más ligero. Al día siguiente comenzamos con la velocidad media del día anterior, y así progresivamente. Ya me direís...
Resumo entonces la práctica diaria en tres aspectos: el físico (5 minutos +/-), el técnico (20 minutos +/-) y el del sentimiento (35 minutos +/-). Si lo conjugamos bien tenemos la fórmula.
Hay que tener en cuenta que éste plan de estudio sería el adecuado para un guitarrista de perfil medio, esto es, que está entre el principiante y el avanzado. Cada nivel exige un planteamiento diferente en función de su nivel y, sobre todo, el tiempo que disponga.
Y sobre consideraciones a la hora del estudio, hago incidencia en la velocidad. Es importante no saturarse con la velocidad porque corremos el riesgo de rotura de uñas y, lo peor, sobrecargas físicas (manos, muñecas y espalda). La velocidad es un plus que añadimos a la interpretación para mostrar un virtuosismo que tiene muchas veces un alto coste. Hay que saberlo gestionar bien porque no siempre vale la pena. Observo a muchos guitarristas que invierten mucho tiempo y esfuerzo en correr, dejando de lado muchos otros aspectos valiosos. Es algo que comprendo perfectamente, porque en su momento yo también lo viví, pero en perspectiva mi consejo es que “tocar bien” es mucho más que “ser veloz”. A fin de cuentas, de lo que se trata es de sentir, de expresar, y de ser feliz.
Ahora plantéate...
¿Realmente estudias bien, simplemente pasas el rato tocando aleatoriamente, o tocas siempre igual lo mismo?
Si estudias bien tienes garantizada una buena progresión. Si pasas el rato tocando aleatoriamente, no está mal si lo que quieres es disfrutar sin ninguna pretensión más. Ahora bien, difícilmente progresarás. Si tocas siempre igual pero no te preocupas de aprender a tocar mejor puede que acabes aburrido. Como siempre digo, todo depende de lo que uno desea, porque el tocar bien está en nuestras manos, nunca mejor dicho.
Y ahora llega el momento de mi pregunta reflexiva...
Si tuvieras una máquina del tiempo exclusivamente para regresar a esos momentos donde perdiste el tiempo con la guitarra, ¿volverías a hacerlo igual, o tal vez tratarías de optimizar mejor aquel tiempo perdido?
Que sepas que esa máquina existe, y se llama REALIDAD. Y tu realidad es que aun estás a tiempo de hacer las cosas bien, si quieres. Todo está en proponérselo.