Miércoles, 15 Diciembre 2021 11:35

Cuando intérpretes de otras músicas se acercan al Flamenco

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CUANDO INTERPRETES DE OTRAS MÚSICAS SE ACERCAN AL FLAMENCO

La globalización ha llegado hace tiempo al Flamenco, y ello ha arrastrado a músicos de otras disciplinas para adentrarse en los ritmos y armonías flamencas. Hoy en día, y ya desde hace años, es bastante común la presencia de otros instrumentos originalmente ajenos a la tradicional guitarra flamenca o palmas en espectáculos donde se interpreten Tangos, Bulerías, Alegrías, o cualquier otro estilo.

 Se conocen los orígenes en las primeras incursiones de Sabicas experimentando con músicos de Jazz y el Rock en su formación Rock Encounter (1966), así como en el trabajo discográfico “Jazz Flamenco” de Pedro Iturralde en 1968, donde Paco de Lucía introdujo su guitarra. Bien es cierto también que figuras del Jazz coquetearon antes con el Flamenco como por ejemplo en 1956, donde se produjo el lanzamiento del disco “Jazz Flamenco” de Lionel Hampton. En realidad, y visto desde el punto de vista flamenco, no lo era tal. Más bien era un intento de aproximación donde sonaba más a latino que a otra cosa, junto con algún giro melódico haciendo algún guiño en cierres de cadencia dórica. Por ello, en la versión española del disco, tuvo que insertar una voz acompañada de una guitarra española para tratar de imprimir lo que la discográfica anunció como “una curiosa innovación: el Jazz Flamenco, una inspiración española del famoso Lionel Hampton”. Al hilo del trabajo de Hampton, en 1960 Miles Davis grabó Sketches of Spain. Y en 1961 donde hizo también otro acercamiento John Coltrane en su “Olé Coltrane”.  Pero todos estos trabajos no dejaron de plasmar un punto de vista desde el Jazz, sin que ningún tema hubiera seguido los cánones de algún estilo flamenco.

 El mayor auge de maridaje con otras músicas tuvo lugar entre las décadas de los 70 y los 80, cuando se experimentó desde el Flamenco y no al revés, con la aparición de grupos como Smash, Medina Azahara, Triana, baluartes del denominado “Rock andaluz”, y la colaboración de músicos de la talla de Jorge Pardo, Carles Benavent, Tino di Geraldo, o Joan Albert Amargós (solo por citar los más relevantes) en grabaciones como por ejemplo “La leyenda del tiempo” (1979) de Camarón, o “Solo quiero caminar”  (1982) de Paco de Lucía, que fue el germen del mítico “Sexteto” de Paco de Lucía. Chick Corea también tuvo su guiño flamenco en “Return to forever” (1972). Relevante también el trabajo del gaditano Chano Dominguez, quien destacó en el ámbito del Jazz Flamenco a partir de la década de los 90. He creído conveniente hacer un poco de historia, por breve que sea, al objeto de poder argumentar los orígenes de esa motivación por parte de músicos provenientes de otras formas de expresión.

 Bajo mi punto de vista, la principal diferencia en cuanto al aprendizaje de los músicos flamencos y los demás es que el músico flamenco da sus primeros pasos de modo muy intuitivo, sin necesidad de escribir o leer música. Se asimilan los “Palos” a base de comprensión e interiorización antes de tocar, así como toda la amalgama de normas no escritas como son los soniquetes, remates, desplantes, llamadas, tercios, etc... propias del mundo flamenco. Y precisamente aquí está la clave. Por experiencia, tengo más que comprobado que un músico “de solfeo” –como decimos los flamencos- necesita, por su propia formación, razonar lo que toca de modo empírico. Ahí está la diferencia. En mi opinión, sería conveniente dejar de lado inicialmente la partitura para absorber conceptos, adentrarse al modo de “contar” flamenco, escuchar mucho, dejarse aconsejar por expertos con criterio, y sumirse en un proceso de “flamenquización” que enriquezca su conocimiento. Hay que dejar un tiempo para interiorizar todo ello, y luego comenzar como si de un juego se tratara. Ese tiempo luego será muy valioso a la hora de expresar.

Tengo ejemplos de músicos que han venido a clase y desde el primer momento se han puesto a escribir todo en partitura. Es comprensible que lo necesiten, pero esa prisa por tocar inmediatamente les impide dominar luego. Serán esclavos del pentagrama. Abrirse al Flamenco supone una apertura de mente enorme, es lógico. Siempre pongo el ejemplo de un español que quiere aprender otro idioma y lo hace escribiendo la fonética de las palabras del otro idioma como suenan en castellano. Jamás pronunciará bien. Sonará como una máquina de internet que lee libros, o como un video de Anonimus. Otra cosa será que luego, una vez asimilados los conceptos y haberse empapado del lenguaje flamenco, se tome nota en partitura de todo y pueda expresar. Pero antes hay que escuchar mucho, hacer palmas, rodearse de músicos flamencos, absorber conceptos y jugar con su instrumento a “decir flamenco”. Tarde o temprano saldrá una expresión buena.

Por otro lado, cabe mencionar que he conocido músicos que han conseguido crearse sus propios métodos para transcribir todo su repertorio flamenco a partitura y lo ejecutan en los directos con una pulcritud que, francamente, da el pego. Da la sensación que son músicos flamencos de verdad. La realidad es que lo que se muestra en el escenario es tan solo la punta de lanza ya que, una vez puestos a tocar con ellos, cualquier compás de más o menos (fruto de la inspiración del cantaor, bailaor o guitarrista) los descuadra y se ven completamente perdidos. Es por esto, junto con muchos más aspectos intrínsecos del propio Flamenco, lo que me lleva al consejo de aprender desde el conocimiento de la idiosincrasia flamenca, dejando de lado la tablatura o pentagrama. Al menos, de inicio. En este sentido, los músicos de Jazz tienen bastante ventaja ya que tienen similitudes con respecto al Flamenco en cuanto a la libertad expresiva, y sobre todo en lo referente al conocimiento (muy superior) de escalas y armonías. Por eso es más frecuente ver en escenarios a músicos de ambas disciplinas musicales tocando juntos.

Es conveniente comentar que mi experiencia sobre didáctica del flamenco a músicos de otras especialidades musicales está condicionada por las circunstancias locales de la ciudad donde imparto clases, Valencia. La Comunidad Valenciana tiene una gran tradición musical, donde en cada población se aprende música desde niño, para luego tocar un instrumento en la banda de música local. Es un vivero continuo de músicos de base. También he tenido alumnos de guitarra flamenca que estudiaban en la Berklee. A éstos últimos les resulta mucho más sencillo impregnarse de flamenco. De hecho, venían con grandes conocimientos teóricos sobre escalas y armonías, buscando sobre todo diversas formas de expresión rítmica.

No obstante, todo lo anteriormente expuesto no exime al guitarrista flamenco de ampliar sus conocimientos sobre armonía, partitura, composición, etc. Este post se centra exclusivamente en todo lo contrario, que es la perspectiva desde otras músicas. Si acaso merece capítulo aparte el enriquecimiento musical del guitarrista flamenco, del que hablaremos en próximos artículos.

Si eres instrumentista de otras músicas distintas al Flamenco ¿Cuál es tu opinión? Para ello está el correo, ya que no consigo configurar el sistema para que las respuestas se puedan enviar desde el propio blog. Creo que también he de reciclarme en este aspecto, al hilo de todo lo expuesto.

Y por supuesto, daros las gracias a tod@s los que me enviáis emails dando vuestras opiniones y experiencias. Es muy gratificante. Al fin y al cabo, todo el trabajo del blog no es más que amor/pasión por la Guitarra Flamenca.

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