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LA GUITARRA
Bienvenidos al mundo de los sueños, del disfrute, y de la introspección por medio de un instrumento musical. Pero también al del esfuerzo, la desazón en muchas ocasiones y, sobre todo, al de la esclavitud perpetua aunque, todo hay que decirlo, la esclavitud proporcionada por la pasión es sinónimo de libertad. Esta maravillosa combinación tiene nombre: Guitarra. Si, con mayúsculas. Porque toda ella encierra esos conceptos y mucho más. Es la vida en sí misma. En el fondo de la guitarra queda grabada la vida del guitarrista. En sus formas reposan las emociones, sentimientos y vivencias. La mejor autobiografía escrita con invisibles notas sobre una partitura de madera. Por eso es la mejor confidente, el confesionario que se abraza, el cajón donde mejor se guardan los secretos, o la ventana a la vida por donde se airea el alma. Una droga que no mata, tan solo te roba el tiempo. Pero a la vez le da sentido a muchas vidas, le endulza el presente y les enseña el camino cuando no se encuentra la solución. Por eso siempre digo que la guitarra es eso, eso y mucho más. Cuántos guitarristas conservan su primer instrumento, a pesar de ser de inferior calidad a otros adquiridos con el tiempo. Por algo será.
La guitarra se pasea por el mundo con diversos disfraces, desde la guitarra barroca hasta la eléctrica, pasando por la clásica, flamenca, acústica, romántica, de ocho cuerdas o más, hasta incluso con variantes en su construcción que le lleva a denominarla como cut-away, requinto, guitarra bajo, guitarrón, o con modificaciones electro acústicas que le abren a espectros de sonido procesado como las guitarras midi o las que incorporan sistemas piezoeléctricos. Todo ello en realidad no es más que un vestido que colorea su sonido, forma o aspecto, pero cada uno de estos instrumentos no deja de ser una guitarra, con su diapasón, su puente, sus cuerdas, sus clavijas y, sobre todo, su alma. Cada guitarra es un mundo propio, un pozo de sensaciones y una historia que le otorga una vida propia, totalmente independiente de cualquier otra. Podemos comparar dos guitarras construidas a la vez por el mismo guitarrero, con maderas gemelas del mismo corte, creadas en la misma época del año, con las mismas condiciones de humedad y temperatura, y en el mismo lugar, y nunca sonarán igual. Es la magia de la guitarra.
Para poder llegar al mundo de la metáfora descrita al principio es necesario antes adentrarnos en la realidad. Nadie nace sabiendo tocar la guitarra y todos necesitamos un proceso de aprendizaje. Los hay con suerte cuando forman parte de una familia de músicos, guitarristas sobre todo, o profesionales del ramo. El sentido musical forma ya parte intrínseca desde bien pequeño, incluso antes de nacer. Pero también hay muchos casos donde el estudiante de guitarra es la primera persona de la familia que se adentra en el mundo la música y el aprendizaje de un instrumento. Bajo mi punto de vista, en los dos casos es siempre necesario la figura de un buen profesor, a no ser que el familiar que guíe al aprendiz lo sea. Aun así, considero muy a tener en cuenta que el profesor sea siempre alguien ajeno a la familia.